jueves, 27 de septiembre de 2012

la temible Flak 88


Flak 88

            
                
Usado tanto para la defensa antiaérea como cañón antitanque, fue gracias a este segundo papel que consiguió su fama, a causa de su letal efectividad, ya que podía penetrar el blindaje de cualquier carro aliado a grandes distancias. Era más conocido entre las tropas alemanas como acht-acht (ocho-ocho).
Tiene sus orígenes en la remota guerra franco-alemana de 1870. Durante el cerco de París los franceses utilizaron globos aerostáticos y para derribarlos, los alemanes encargaron a la fábrica Krupp que diseñara un cañón. El resultado fue una pieza de 37 mm, bautizada como BAK que iba montada en cureña sobre una plataforma tirada por caballos. Fue usado al final de la Primera Guerra Mundial para proteger los centros industriales alemanes en el Ruhr y el Rin de las incursiones aéreas aliadas. Denominándolo Flak, o Fliegerabwehrkanone (significa "cañón de defensa aérea") de 88 mm desarrollado por Krupp y Erhadt su cadencia de fuego era apenas de 3 disparos por minuto.
Al finalizar la Primera Guerra Mundial se le impuso a Alemania una serie de restricciones armamentísticas mediante el Tratado de Versalles (1919), entre las que figuraba la prohibición de desarrollar o poseer armas antiaéreas. De esta manera, por el momento, el proyecto quedaba olvidado. Cuando los nazis llegaron al poder, Adolf Hitler denunció el Tratado de Versalles y comenzó el rearme. Krupp, que había evitado las restricciones trasladando a su personal a Suecia, presentó un prototipo el Flak 18 era similar a su predecesor de la Primera Guerra Mundial, comenzó a ser fabricado en serie en 1933. Tenía un calibre de 88/L56, pudiendo disparar obuses de alto explosivo de 10,4 kg, así como munición perforadora de blindaje de 9,2 kg. La velocidad inicial era de 820 m/s.
Poseía cuatro patas en forma de cruz (kreuzlafette), con el cañón situado sobre un pedestal, permitiéndole un giro de 360º y una elevación entre -3 y +85 grados, lo cual le capacitaba para atacar tanto blancos aéreos como terrestres. El cañón estaba compuesto de dos secciones, lo que permitía una sustitución rápida de una de las partes si se desgastaba, sin tener que cambiar todo el cañón.
El Flak 18 fue probado en la Guerra Civil Española con la Legión Cóndor ante la urgencia de los nacionalistas de hacerle frente a la aviación republicana, ahí también fue donde se descubrió su potencial como cañón antitanque. Como consecuencia de la experiencia en la Guerra Civil Española se llevaron a cabo algunas modificaciones que dieron origen al Flak 36. La plataforma fue mejorada para incrementar la estabilidad y facilitar la producción, el cañón pasó a estar compuesto de tres secciones, lo que permitía un ahorro a la industria alemana, pues sólo había que sustituir una de las secciones en lugar del cañón entero, el resto de características seguían siendo igual que el modelo 18.
Las mejoras también del modelo Flak 37 respecto al 36 fueron las siguientes: Se volvió al cañón de dos secciones, en lugar de tres. Se mejoró el sistema de puntería, de manera que recibía información enviada por un puesto central de la posición del avión a una computadora mecánica analógica para que calculara la posición óptima de disparo. Ésta se mostraba con un puntero en uno de los diales, y los operadores tenían que mover el cañón de manera que el segundo dial coincidiera con el puntero.



Durante la Segunda Guerra Mundial se continuó utilizando el Flak 37 que tenía un alcance vertical de 9750 metros y 14.800 metros en horizontal; el Flak 41 tenía un alcance de hasta los 14.930 metros de altura y 19.700 metros en tiro horizontal. La superioridad del Flak 88 mm residía en su construcción de precisión y el uso de dispositivos avanzados, como el mecanismo de disparo, el de transmisión de órdenes y una plataforma de carga muy ingeniosa, que facilitaba la operación con tubos de gran altura. La más importante característica del cañón, era la velocidad con que impulsaba el proyectil. En el caso del Flak 18, 36 y 37, esta velocidad alcanzaba los 840 m por segundo; el Flak 41 enviaba su proyectil a una velocidad de 1020 m por segundo; y el Flak 43, a 1200 m por segundo.
Las municiones eran del tipo cartucho, en versiones de alto explosivo, perforantes y de iluminación con carga de tungsteno. El proyectil, de 9 kg iba montado en un casquillo que contenía 2,55 kg de nitropenta, que al momento del disparo, lo expelía por la boca del cañón girando a 10 mil veces por minuto en torno a su eje longitudinal, con una velocidad de más de 1 km por segundo. Era también, gracias a ese cartucho, que se podía lograr una cadencia de fuego de 15 a 20 disparos por minuto.
El proyectil antiaéreo estallaba a una altura predeterminada. Los cañones antiaéreos en sus comienzos actuaban independientemente pero luego fueron montados en baterías de hasta 40 unidades llamadas Grossbatterien que disparaban patrones rectangulares. Las baterías ligeras fueron incrementadas de 4 a 8 cañones. Todas esas baterías eran dirigidas por un controlador de tiro o predictor, que podía dirigir hasta 18 cañones contra un sólo avión, por andanada. Normalmente, los cañones eran agrupados en unidades de 4 piezas, dirigidas por un controlador de tiro que utilizaba la iluminación mediante proyectores o la adquisición del blanco por medio de radar. Las baterías de proyectores se conformaban en grupos de tres con un buscador acústico que detectaba el sonido de los motores de los aviones. El rango de los detectores acústicos era de 6500 metros, pero en vista del tiempo que requerían para calcular la distancia y dirección, el resultado podía ser de hasta 1600 metros detrás de la posición real de los aviones. Las baterías de proyectores debían hacer los ajustes necesarios para compensar la diferencia.
Durante el día los controladores de tiro seguían los aviones con un telescopio, pero en la noche los localizadores acústicos dirigían los reflectores. En cualquier caso, la nubosidad era un serio impedimento para apuntar los cañones con eficiencia, a menos que se usara únicamente el radar, dispositivo que en aquellos tiempos tenía una precisión muy relativa.
El control de tiro se transmitía mediante cables eléctricos conectados a cada cañón. Los controles de altura y azimuth se recibían en un cuadrante circular pequeño y el apuntador del cañón tenía que repetir los datos que se mostraban en un indicador más grande y apuntaba el cañón haciendo que las lecturas de ambos indicadores fueran iguales. El control por radar seguía el mismo procedimiento.
La táctica original era que una vez que un avión era localizado, se disparaban salvas calculadas para explotar en un patrón esférico de 60 metros de diámetro, pero la explosión de un proyectil podía causar daño hasta a 180 metros de distancia. Lo más adecuado hubiera sido un detonador de proximidad, pero los alemanes trataron de desarrollarlo sin éxito hasta que llegó el final de la guerra.
Una tripulación bien entrenada podía poner el cañón en posición de disparo en menos de 1 minuto, y se dice que los expertos podían hacerlo en 20 segundos… muy importante para la buena operación de las baterías, era la alta preparación de los sirvientes de la pieza, hasta 6 según el tipo. Pero en los últimos años de la guerra, ante la demanda de personal de infantería, se emplearon como sirvientes de los 88 desde jóvenes de las juventudes hitlerianas y mujeres voluntarias para la defensa de las ciudades, hasta muchachos escolares y ancianos. En el Frente del Este también fueron usados como sirvientes voluntarios rusos.



Los cañones de 88mm salvan a Rommel

                              

                         

                         

                          

No hay comentarios:

Publicar un comentario