Junge, Traudl, también llamada Traudl Humps (su nombre de soltera) nació en la ciudad cuna del nacional-socialismo, Múnich, el 16 de marzo de 1920. La figura de Trauld Junge es fundamental para conocer los hechos ocurridos en el Bunker de Hitler durante la Batalla de Berlín en los coletazos finales de la 2ª Guerra Mundial en Europa. Aunque Hitler tenía otras tres secretarias más (Gerda Christian, Christia Schroeder y Johanna Wolf) su cercanía y amistad con Eva Braun (amante y esposa de Hitler los últimos días de su vida), fue ella y no otra la que mecanografió la última voluntad de Hitler: su testamento político.
En 1942 Traudl Humps se mudó a Berlín donde trabaja su hermana, buscando mejorar su futuro profesional. Es en esta época cuando Traudl conoció a su futuro esposo, Hans Hermann Junge (un joven oficial de las SS que trabajaba en la Begleitkommando SS des Führers. A través de su novio y de sus amigos cercanos al régimen se enteró que el Führer estaba buscando una nueva secretaria privada. Realizó una primera prueba (un dictado) con mucha tranquilidad lo que hizo que apenas tuviera fallos. No ansiaba ni quería el puesto, dado que aún pensaba en convertirse en bailarina junto con su hermana. Poco después fue enviada junto con un grupo de pequeñas jóvenes a la Guarida del Lobo (Wolfsschanze) en tren. Allí se entrevisto por primera vez con el que sería su "mejor jefe" según la propia Traudl. Convivió con él prácticamente a diario desde diciembre de 1942. Hitler siempre era atento y muy amable con la gente que le rodeaba. Era la figura más importante de Alemania, y era idolatrado como una "estrella del Pop". Es normal que Traudl poco a poco se viera totalmente eclipsada por aquel siniestro personaje y lo llegará a considerar casi como una figura paterna de la que no gozaba desde los cinco años.
Desde 1942 la vida de Traudl Junge se desarrollaría en Berlín, Berghof, Berchtesgaden, la Wolfsschanze y el Führerbunker. Durante los años de guerra, Frau Junge también desarrollo cierta aversión hacia los militares, por lo que solía comer en privado con Hitler y sus compañeras. Se acostumbró también a la vida rutinaria de Hitler: levantarse tarde, comer, descansar, tomar café, descansar, cenar tarde, ver proyecciones de películas y marcharse tarde a la cama: en torno a las 5 de la madrugada.
También fue testigo directo del intento de magnicidio del 20 de julio de 1944. Ella misma comenta lo que vio aquel día en el que Hitler lograba salvar la vida:
«Fuimos a nuestro cuarto y de pronto hubo una terrible explosión y ruidos en el exterior [..] No sabíamos que estaba ocurriendo, pero de pronto hubo gran jaleo en el exterior. Alguien llamo a un doctor. [...] Algo había ocurrido. [...] Cuando salimos al exterior había soldados corriendo por todas partes que nos dijeron: - No podéis ir más lejos. Ha habido una explosión causada por una bomba. Y no conocíamos ningún detalle [..]. Queríamos ir al interior para ver que había ocurrido pero se nos acercó un oficial totalmente ensangrentado, el General Jodl, creo, y el mayor Weizenegger, uno de los oficiales del Estado Mayor y nos dijo: – No se puede entrar por aquí. Tenéis que dar la vuelta. [...] No sabíamos si el Führer había muerto y teníamos muchos pensamientos corriendo por nuestras cabezas: ¿Que va a pasarnos? o ¿Quién nos liderará en la guerra? Era una atmósfera de extremo pánico. Volvimos a nuestros cuartos y esperamos. Gunsche vino a nuestro cuarto poco después y nos dijo: – El Führer está bien. [...] Marchamos al Bunker y le encontramos de pie, y parecía muy contento con una gran sonrisa en su cara. Su pelo estaba revuelto y sus pantalones hechos jirones. Nos saludó y con una sonrisa triunfante nos dijo: – He sido salvado. El destino me ha elegido y la providencia me ha salvado. Es un signo de que debo seguir con mi misión hasta el final. Esos cobardes estaban demasiado asustados para abrir fuego y poner en riesgo sus vidas y por eso han puesto la bomba.»
A principios de 1945, Traudl se trasladó junto con el resto de personal de Hitler al bunker de la Cancillería del Reich donde viviría los últimos días del régimen al que había estado sirviendo durante 3 años. La noche del 20 al 21 de abril, Hitler se reunió con sus secretarias y mujeres de su servicio, así como sus secretarias, rogándoles que abandonaran Berlín. Algunas quisieron quedarse y Taudl fue una de ellas. La noche del 28 de abril, Traudl asistió a la boda de Hitler con Eva Braun y minutos después mecanografiaba el Testamento Político de Hitler.
Se marchaba poco después del Bunker en compañía de Günsche, Erich Kempka y Martin Bormann. Fue capturada por los rusos y estos se la entregaron a los estadounidenses. Sometida a interrogatorios sería puesta en libertad en 1947. Su relativa juventud y su ignorancia sobre temas de estado fueron la llave para su liberación.
Tras recobrar la libertad se convirtió en periodista y colaboró con diversos medios de comunicación. En 2001 publicó junto con Melissa Müller un libro titulado Hasta la Hora Final en que relataba todas sus experiencias con el régimen de Hitler. También grabó una entrevista de 90 minutos (que es un resumen de más de 10 horas de duración) poco antes de morir y a pesar de su enfermedad, un cáncer galopante.
Durante el resto de su vida Traudl nunca se escondió y nunca negó su pasado. Es más, su nombre podía ser fácilmente localizado en la guía de teléfonos de Múnich.
Declaró estar en contra de las atrocidades del régimen de Hitler, afirmando que durante su servicio como secretaria personal del Führer nunca llegó a saber nada del Holocausto ni de otros temas relacionados y que en su presencia nunca se mencionó la palabra Jüden (judío).
Siempre crítica sobre su pasado, hablaba con admiración y odio al hablar de Hitler. Y eso es lo que arrastró durante toda su vida.
«Tengo la sensación de que debería estar enfadada con aquella niña y con esa tontería infantil, o que no debería perdonarla por no ver los horrores, aquel monstruo, pero ya fue demasiado tarde, por no ver en qué se estaba metiendo. ¿Cómo pudo aceptarlo sin más? Yo no era una nazi convencida. Al llegar a Berlín pude decir "No, no participaré. No quiero que me manden al despacho del Führer". Pero no me negué. Me pudo la curiosidad. Simplemente nunca pensé que el destino me llevaría donde nunca había querido estar. Y sin embargo, me es muy difícil perdonarme.»
Biografía recogida en el libro EL BUNKER DEL FÜHRER
En 1942 Traudl Humps se mudó a Berlín donde trabaja su hermana, buscando mejorar su futuro profesional. Es en esta época cuando Traudl conoció a su futuro esposo, Hans Hermann Junge (un joven oficial de las SS que trabajaba en la Begleitkommando SS des Führers. A través de su novio y de sus amigos cercanos al régimen se enteró que el Führer estaba buscando una nueva secretaria privada. Realizó una primera prueba (un dictado) con mucha tranquilidad lo que hizo que apenas tuviera fallos. No ansiaba ni quería el puesto, dado que aún pensaba en convertirse en bailarina junto con su hermana. Poco después fue enviada junto con un grupo de pequeñas jóvenes a la Guarida del Lobo (Wolfsschanze) en tren. Allí se entrevisto por primera vez con el que sería su "mejor jefe" según la propia Traudl. Convivió con él prácticamente a diario desde diciembre de 1942. Hitler siempre era atento y muy amable con la gente que le rodeaba. Era la figura más importante de Alemania, y era idolatrado como una "estrella del Pop". Es normal que Traudl poco a poco se viera totalmente eclipsada por aquel siniestro personaje y lo llegará a considerar casi como una figura paterna de la que no gozaba desde los cinco años.
Desde 1942 la vida de Traudl Junge se desarrollaría en Berlín, Berghof, Berchtesgaden, la Wolfsschanze y el Führerbunker. Durante los años de guerra, Frau Junge también desarrollo cierta aversión hacia los militares, por lo que solía comer en privado con Hitler y sus compañeras. Se acostumbró también a la vida rutinaria de Hitler: levantarse tarde, comer, descansar, tomar café, descansar, cenar tarde, ver proyecciones de películas y marcharse tarde a la cama: en torno a las 5 de la madrugada.
También fue testigo directo del intento de magnicidio del 20 de julio de 1944. Ella misma comenta lo que vio aquel día en el que Hitler lograba salvar la vida:
«Fuimos a nuestro cuarto y de pronto hubo una terrible explosión y ruidos en el exterior [..] No sabíamos que estaba ocurriendo, pero de pronto hubo gran jaleo en el exterior. Alguien llamo a un doctor. [...] Algo había ocurrido. [...] Cuando salimos al exterior había soldados corriendo por todas partes que nos dijeron: - No podéis ir más lejos. Ha habido una explosión causada por una bomba. Y no conocíamos ningún detalle [..]. Queríamos ir al interior para ver que había ocurrido pero se nos acercó un oficial totalmente ensangrentado, el General Jodl, creo, y el mayor Weizenegger, uno de los oficiales del Estado Mayor y nos dijo: – No se puede entrar por aquí. Tenéis que dar la vuelta. [...] No sabíamos si el Führer había muerto y teníamos muchos pensamientos corriendo por nuestras cabezas: ¿Que va a pasarnos? o ¿Quién nos liderará en la guerra? Era una atmósfera de extremo pánico. Volvimos a nuestros cuartos y esperamos. Gunsche vino a nuestro cuarto poco después y nos dijo: – El Führer está bien. [...] Marchamos al Bunker y le encontramos de pie, y parecía muy contento con una gran sonrisa en su cara. Su pelo estaba revuelto y sus pantalones hechos jirones. Nos saludó y con una sonrisa triunfante nos dijo: – He sido salvado. El destino me ha elegido y la providencia me ha salvado. Es un signo de que debo seguir con mi misión hasta el final. Esos cobardes estaban demasiado asustados para abrir fuego y poner en riesgo sus vidas y por eso han puesto la bomba.»
A principios de 1945, Traudl se trasladó junto con el resto de personal de Hitler al bunker de la Cancillería del Reich donde viviría los últimos días del régimen al que había estado sirviendo durante 3 años. La noche del 20 al 21 de abril, Hitler se reunió con sus secretarias y mujeres de su servicio, así como sus secretarias, rogándoles que abandonaran Berlín. Algunas quisieron quedarse y Taudl fue una de ellas. La noche del 28 de abril, Traudl asistió a la boda de Hitler con Eva Braun y minutos después mecanografiaba el Testamento Político de Hitler.
Se marchaba poco después del Bunker en compañía de Günsche, Erich Kempka y Martin Bormann. Fue capturada por los rusos y estos se la entregaron a los estadounidenses. Sometida a interrogatorios sería puesta en libertad en 1947. Su relativa juventud y su ignorancia sobre temas de estado fueron la llave para su liberación.
Tras recobrar la libertad se convirtió en periodista y colaboró con diversos medios de comunicación. En 2001 publicó junto con Melissa Müller un libro titulado Hasta la Hora Final en que relataba todas sus experiencias con el régimen de Hitler. También grabó una entrevista de 90 minutos (que es un resumen de más de 10 horas de duración) poco antes de morir y a pesar de su enfermedad, un cáncer galopante.
Durante el resto de su vida Traudl nunca se escondió y nunca negó su pasado. Es más, su nombre podía ser fácilmente localizado en la guía de teléfonos de Múnich.
Declaró estar en contra de las atrocidades del régimen de Hitler, afirmando que durante su servicio como secretaria personal del Führer nunca llegó a saber nada del Holocausto ni de otros temas relacionados y que en su presencia nunca se mencionó la palabra Jüden (judío).
Siempre crítica sobre su pasado, hablaba con admiración y odio al hablar de Hitler. Y eso es lo que arrastró durante toda su vida.
«Tengo la sensación de que debería estar enfadada con aquella niña y con esa tontería infantil, o que no debería perdonarla por no ver los horrores, aquel monstruo, pero ya fue demasiado tarde, por no ver en qué se estaba metiendo. ¿Cómo pudo aceptarlo sin más? Yo no era una nazi convencida. Al llegar a Berlín pude decir "No, no participaré. No quiero que me manden al despacho del Führer". Pero no me negué. Me pudo la curiosidad. Simplemente nunca pensé que el destino me llevaría donde nunca había querido estar. Y sin embargo, me es muy difícil perdonarme.»
Biografía recogida en el libro EL BUNKER DEL FÜHRER
Siempre he pensado que despues de las guerras a los derrotados se les imputan los peores crimenes, no estoy justificando los crimenes cometidos contra los judios ,eso no tiene justificación , pero no me dejo influenciar cuando muestran a Hitler como un demonio poseido, yo creo que su nacionalismo exajerado, lo llevo a una locura y si a eso le sumamos la locura de Himbler que lo convencio que poco menos serian decendientes de los dioses nordicos,y toda esa locura dr la raza superior, dio el fatal y lamentable resultado
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