A cada batallón español se le venía encima más de una división rusa. Lo que siguió fue una sucesión interminable de ataques y contraataques llenos de prodigios de valor y heroísmo. La compañía del Capitán Oroquieta quedó aniquilada; la del Capitán Palacios, casi; la del Capitán Andújar, diezmada, y la del Capitán Huidobro se defendió numantinamente animada por sus voces de “¡Esto no es nada, chicos. ¡No pasarán! ¡Somos españoles!”. El Capitán Losada llegó a pedir a la artillería
La batalla estaba consumiendo las unidades españolas. El general reforzó el frente y llegó a pedir voluntarios al Batallón de Regreso que, 20 kilómetros atrás, estaba a punto de salir para España tras haber acabado su tiempo de servicio. Todos sus oficiales y 100 sargentos y tropa decidieron, en tan dramáticas circunstancias, ir a ayudar a sus compañeros en la batalla.
El día acabó y la batalla también, pero los refuerzos alemanes llegaron tarde. El frente apenas había retrocedido unos 3 kilómetros. El ataque soviético no había conseguido romper el cerco alemán sobre Leningrado.
El día acabó y la batalla también, pero los refuerzos alemanes llegaron tarde. El frente apenas había retrocedido unos 3 kilómetros. El ataque soviético no había conseguido romper el cerco alemán sobre Leningrado.
Sólo en este día los españoles sufrieron 2.252 bajas (1.125 muertos, 91 desaparecidos y 1.036 heridos). Además, unos 300 españoles, casi todos heridos, cayeron prisioneros. Los soviéticos perdieron 10.000 hombres.
Conocidos posteriormente los detalles de las heroicas actuaciones individuales, se concedieron 2 ‘laureadas’ y 11 Medallas Militares.
Opiniones sobre la batallaLos estadounidenses Kleinfeld y Tambs han dejado escrito: “Los generales del Ejército Rojo estaban muy sorprendidos de que alguien hubiera quedado vivo tras la tremenda preparación artillera y se resistían a aceptar las enormes pérdidas que les causaron los islotes y las artillerías alemana y española”.
Mucho antes había dicho el General Muñoz Grandes: “Duro es el invierno, duros son los rusos, pero más duros somos nosotros”.
Y Hitler dijo: “Los españoles no han cedido nunca una pulgada de terreno. No tengo idea de seres más impávidos; apenas se protegen; desafían la muerte. Sé que los nuestros están siempre contentos de tener a los españoles como vecinos del sector. Son extraordinariamente valientes, duros para las privaciones, pero ferozmente indisciplinados”.
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