El Frente del Este, o Frente Oriental, fue el principal escenario de lucha de la II Guerra Mundial, conocido entre los rusos como la "Gran guerra patria". Fue un conflicto brutal, donde se realizaron las mayores atrocidades en forma de matanzas indiscriminadas y todo tipo de violaciones de los Derechos Humanos por parte de los dos bandos en litigio: alemanes y rusos, ambas potencias apoyadas por una serie de aliados. En el caso de los nazis prácticamente llevaron ellos solos el peso de la contienda, mientras que aparte de Rusia otros países, enemigos de Hitler, también combatieron, como el caso de Finlandia, Rumania, Hungría, Polonia e Italia, esta última aportando según que tropas o armas a uno u otro bando (fascistas o partisanos). Rusia contaba también de aliados a Bielorrusia, Estonia, Letonia, Lituania, Mongolia y Ucrania. Alemania, a modo de reseña, tuvo entre sus tropas a combatientes españoles, griegos, croatas, belgas o eslovacos, todos voluntarios. Inglaterra y Estados Unidos colaboraron en el Frente mediante la aportación de aviones, munición, suministros y vehículos en cantidades industriales.
Desde el primer momento el Frente del Este se caracterizó por una sucesiva serie de combates a cada cual más cruento y sanguinario, con metódicas, planeadas y fríamente aprobadas matanzas de civiles, saqueos, violaciones, incendios y devastaciones. La Rusia de Stalin, comunista, se oponía con firmeza a la Alemania nazi y fascista de Hitler. Por eso, ambos líderes, apoyados por sus camarillas y secuaces, más el odio a muerte que se profesaban unos y otros, ayudó a que los horrores y los asesinatos se contaran por millones. Aunque es muy difícil poder dar cifras exactas debido al caos y la confusión de entonces (más el hermetismo del gobierno ruso al respecto, antes y ahora), vamos a reseñar las siguientes cantidades: 27 millones de rusos perdieron la vida, 2 millones de alemanes y casi 6 millones de polacos (más de la mitad eran judíos) perecieron. Se estima que más de un 60% de las víctimas de la II Guerra Mundial fallecieron en el Frente del Este. Prácticamente el 80% de los soldados alemanes encontraron fatal destino en tan temible frente de guerra. Peor lo llevó la parte civil, pues sólo en Bielorrusia, Ucrania y Polonia su población fue masacrada en un porcentaje del 20%.
Hitler decretó que se debía exterminar a los rusos y a todos aquellos que les apoyaran, no tanto por ideología como por motivos raciales. Stalin, tan sanguinario y loco como el Führer, optó por la misma mano dura añadiendo la táctica de la "tierra quemada", sacrificando a su propio pueblo por millones en aras de conseguir la victoria frente a tan odiado enemigo. Es por esto que el Frente del Este fue la vergüenza, las tinieblas más densas dentro del horror absoluto que supuso la II Guerra Mundial, una mancha en la Historia de la Humanidad.
La superioridad táctica, armamentística y profesionalidad de los soldados supuso para Hitler que al principio las victorias fueran para su bando, pero finalmente la superioridad numérica, más el hecho de que los planes nazis fallaran, sumado a la ayuda prestada por el resto de Aliados hicieron que los rusos pudieran contraatacar y terminar la guerra tomando parte de Berlín. No hay que olvidar que los rusos, a pesar de su publicidad (que aún hoy en día siguen practicando) no eran rivales para la Alemania nazi, sumamente preparada y motivada, y con fanática devoción al Fürher (al menos los primeros años de guerra). El ejército alemán, sumamente móvil, entrenado y dirigido por competentes oficiales, barrió literalmente a los ejércitos rusos; fueron millones los soldados rusos muertos, pobremente equipados, peor armados y casi sin entrenamiento militar. A todo esto, había que añadir la total ineficacia de mandos y oficiales rusos (excepto unas cuantas honrosas excepciones), ya que Stalin prefería hombres leales a la causa y su persona antes que personas competentes e inteligentes que pudieran cuestionar sus locas y sanguinarias directrices (que eran por norma asesinados).
Los rusos basaron su estrategia militar en puntos muy simples y prácticos. Mientras tuvieron que defender su suelo esperar la llegada del invierno, su mejor aliado, y retrasar el avance del ejército alemán mediante la táctica de la “tierra quemada” y desesperadas defensas donde fueron sacrificados cientos de miles de soldados, millones los civiles. Cuando el inclemente invierno ruso (el invierno general le llamaban los soviéticos) llegó y los ejércitos alemanes comenzaron a desaparecer, su táctica cambió a enviar oleadas tras oleadas de soldados, tanques y aviones de forma indiscriminada, casi sin ninguna táctica, limitándose a asfixiar a los alemanes por el mero número. Por ejemplo, para hacerse una idea de las aberrantes tácticas rusas en la guerra, se practicaba el asalto por líneas contra las posiciones alemanas de la siguiente forma: dado que sobraban hombres, pero faltaban fusiles, se obligaba a formar a los soldados en cinco, seis o siete filas, las que hicieran falta, pero sólo se armaban a las dos primeras filas. Se atacaba entonces a los nazis, y a medida que los soldados de las dos primeras filas iban muriendo, los soldados de las filas de detrás debían recoger las armas de sus compañeros muertos. Como es evidente, durante el combate las filas se mezclaban, el caos era total y los soldados rusos, desarmados e indefensos, morían por miles, mas tampoco podían retroceder, porque a su espalda se encontraban los inmisericordes comisarios y oficiales rusos que mataban de un tiro en la cabeza a todo soldado que diera muestra de cobardía. Era patéticamente normal matar uno o dos soldados de esta manera (acusados de cobardía o sospechosos de serlo) antes de cada asalto para “levantar” la moral de la tropa.
No mejor se portaron los alemanes con los rusos, a los que consideraban sub-hombres (según las doctrinas nazis) en líneas generales. Las torturas, asesinatos y humillaciones eran demasiado frecuentes con los prisioneros. Más de 3 millones de soldados rusos fueron muertos en las cámaras de gas, y millones fusilados y enterrados en fosas comunes. A cambio, los rusos dejaban morir de hambre a los prisioneros nazis o les desnudaban con temperaturas de 35º bajo cero. Como se lee, el conflicto en el Frente del Este alcanzó unas cotas de horror increíbles, pero aún peor sería con la población civil, totalmente indefensa ante los desvaríos de unos y otros.
El Frente del Este se puede decir que comenzó a gestarse con la invasión de Polonia por parte de Alemania el 1 de septiembre de 1939, aunque las tropas alemanas ya entraron en suelo polaco el 26 de agosto y entablaron combate contra un desfasado ejército polaco. La cuestión es que Hitler logró firmar el 23 de agosto un pacto de No Agresión con Stalin, lo que causó gran sorpresa y enorme conmoción entre los Aliados, que no creían posible tal pacto. Pero lo cierto es que tanto Hitler como Stalin necesitaban tiempo para preparar a sus ejércitos para la inminente guerra entre rusos y alemanes, tiempo en el que preparar a los soldados y modernizar las armas. Polonia sería la víctima de este infame tratado. Rodeada por territorios hostiles, tuvo que hacer frente sola —ya que ingleses y franceses, aunque declararan la guerra a Alemania (pero no a la Unión Soviética en un acto de hipocresía bastante miserable), no enviaron ni tropas ni pertrechos a los desamparados polacos— a las dos potencias que la atacaron por dos frentes. La superioridad táctica alemana, junto con la puesta en escena de la Blitzkrieg (guerra relámpago) y la destacada actuación de la Luftwaffe hicieron que la captura de Polonia fuera insultantemente fácil. Para el 28 de septiembre Varsovia había caído, y el 6 de octubre, con la batalla de Dock, se puede decir que terminó la invasión de Polonia. Los rusos, por su parte, tomarían el este de Polonia con un movimiento de pinza inexorable, puesto que aunque sus tropas no eran experimentadas, poseían tal número de ellas y de armas que los polacos, desbordados, fueron incapaces de rechazar el ataque. Polonia sería humillada, su población civil masacrada. Los alemanes mataron decenas de miles de polacos de origen judío, robando propiedades y tierras a sus legítimos dueños para entregarlas a campesinos alemanes en un intento de crear un nuevo estado alemán. Los rusos asesinarían a los polacos no por cuestiones religiosas, sino políticas; la masacre del bosque de Katyn, donde fueron fusilados unos 22.000 polacos por los rusos, escenifica perfectamente la pesadilla sufrida por Polonia.
Una vez repartido el premio, rusos y alemanes se vigilarían y comenzarían a mover sus piezas, conscientes de que el conflicto era inevitable. Mientras Hitler centraba su mayor atención en otros frentes de la guerra, Stalin decidió invadir Finlandia el 30 de noviembre de 1939, en la que se conocería como “Guerra de Invierno”. A pesar de su superioridad, los rusos fueron incapaces de doblegar a Finlandia hasta marzo de 1940. En este conflicto Rusia dejaría entrever la ineficacia de sus tropas y la escasa preparación de sus oficiales, peor aún, su prestigio internacional caería en desgracia, aunque eso al loco de Stalin bien poco le importaba. A pesar de las aparatosas pérdidas en soldados, Stalin se vio fuerte para seguir con su agresiva política y atacó Estonia, Lituania y Letonia con la excusa de que las estaba liberando de la ocupación nazi, lo que era una flagrante mentira (mentira que Rusia sigue manteniendo en la actualidad), puesto que tales territorios fueron cedidos a Hitler por el propio Stalin. De nuevo las tropas rusas, a pesar de conseguir sus objetivos, demostraron que su preparación dejaba mucho que desear. Eso aceleró los planes de Hitler. La invasión de la Unión Soviética no iba a tardar.
Para leer más acerca del temible Frente del Este, consulta el libro CABALLEROS DE LA CRUZ DE HIERRO,
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