martes, 11 de septiembre de 2012

...a los futuros oficiales de la Wehrmacht


El Führer habla a los futuros oficiales de la Wehrmacht


El Führer ha hablado en el mitin que se celebra anualmente en estas fechas en el Sportpalast de Berlín. El discurso del Führer, ante 5.000 jóvenes cadetes de oficial, ha supuesto una reafirmación de la lucha del pueblo alemán y de su Führer en un mismo objetivo: la salvación de Alemania.


Estas han sido algunas de las palabras del Führer:

Los cadetes saludan al Führer a su llegada al Sportpalast.
¡Mis jóvenes camaradas!


Detrás de muchos de vosotros ya habéis superado duras batallas. Todos tendréis que luchar esas batallas en el futuro. Todos aquellos de vosotros que ya habéis emergido de la batalla sabéis bien las estresantes consecuencias psicológicas de esas horas. En tales momentos, todas las frases, todas las teorías, mueren. Todo lo que permanece es la severa comprensión: ¡Defiéndete! ¡Golpea o sé golpeado! ¡Mata o muere! Podemos emerger victoriosos de esta dura batalla si sólo nos damos cuenta de su naturaleza inmutable, necesaria e inevitable. El individuo no puede sustraerse de ella; es el destino de todo el Pueblo. Por ello, ahora, me gustaría hablaros no sólo de lo inevitable de esta batalla, sino también de la batalla como tal: de la batalla que arrebata la vida al individuo para dar la vida a la comunidad.
 
Espacio Vital - Lebensraum.
La guerra y la política han existido siempre interdependientes. Sólo necesito mencionar aquí a dos personajes históricos que estuvieron no sólo cercanos el uno al otro en edad, sino también en ideología. Clausewitz: “La guerra no es sino la continuación de la política por diferentes medios.” Clemenceau: “Para nosotros, la paz es la continuación de la guerra.” Más allá de esto, podemos decir que la política es historia hecha realidad, mientras que la historia no puede darnos más que un atisbo del curso de acontecimientos en la lucha por la vida de un pueblo. Ahora, la razón por la cual esta lucha de pueblos entre sí es necesaria en primer lugar tiene dos elementos: La Providencia o la naturaleza han situado al hombre sobre esta tierra. Esto no tiene lugar en un vacío: su lucha comienza cuando se encuentra con los otros seres que poblaban esta tierra antes que él que vivían aquí antes que él. Hasta el grado hasta el que los hombres comienzan a asociarse entre sí para formar familias y finalmente tribus, hasta este nivel comienza la lucha de los hombres entre sí. Desde el momento en que comienzan a ocupar una parte de este Lebensraum, permanece el hecho de que mientras los números del Pueblo son variables, el Lebensraum permanece constante. Y permanecerá igual a menos que el hombre de algún modo tenga éxito en expandirlo.
 
En otras palabras: la vida hace a un pueblo multiplicarse naturalmente, siempre que sea saludable, mientras que por el contrario no es igual de natural que el Lebensraum necesario también se expanda o aumente. Más tarde o más temprano, habrá una discrepancia entre el aumento de los números del pueblo y el Lebensraum disponible. Sólo hay dos formas de superar esta discrepancia. O bien ajustar los números del pueblo al Lebensraum disponible o el Lebensraum se ajusta al aumento del pueblo. El primer camino ha sido escogido en el pasado. La propia naturaleza lo impone. A través del hambre, diezma al pueblo cuyo Lebensraum no se puede permitir concederle los recursos para su existencia. En este punto el propio hombre decide llevar a cabo el proceso y solo en grupos, abandona el Lebensraum emigrando. Las consecuencias biológicas son graves: esto extrae los elementos más activos de un pueblo. La alternativa es restringir su fertilidad natural. De nuevo, las consecuencias son graves: se interrumpe el proceso de selección natural, la supervivencia de los más aptos.

Alemania ya ha seguido ambos caminos, intentado ambas alternativas. La pobreza ha diezmado al Pueblo a lo largo de muchos siglos. Cuando llegó la edad de la emigración, la sangre alemana se esparció por muchos continentes extranjeros. Y cuando nosotros hoy seguimos con preocupación ciertos desarrollos en política extranjera, no deberíamos olvidar que la mayoría de esos hombres son los descendientes, los hijos de nuestro pueblo. Y nosotros también seguimos el último camino, es decir, el de la auto-restricción voluntaria, la reducción en la tasa de natalidad que ya ha afectado adversamente a nuestro pueblo. A través de él, el pueblo pierde su vitalidad natural. Por lo tanto, no estará en posición de sostenerse, no será ni siquiera capaz de mantener lo que las generaciones precedentes han asegurado.



Mapa de 1919 donde se muestra el este de Europa: el Lebensraum potencial de Alemania.

Sin embargo, hay otro camino que se opone a este otro de adaptar el número del pueblo al Lebensraum. Es el camino natural y el que desea la Providencia: a saber, el hombre debe ajustar el Lebensraum a sus números. En otras palabras, debe participar en esta lucha por la tierra. Porque es la naturaleza la que sitúa al hombre sobre la tierra y se la concede. Ciertamente, esta tierra es un trofeo para el hombre industrioso. Y esto está de acuerdo, también, con la selección natural. El que no posee la fuerza para asegurar su Lebensraum en el mundo y, si es necesario, aumentarlo, no merece cubrir las necesidades de la vida. Debe apartarse del camino y permitir que otros pueblos más fuertes ocupen su lugar. Así ha sido siempre. El mundo no quedará vacío porque un Pueblo renuncia a su vida. Al contrario, el Lebensraum será ocupado por otros pueblos, otros seres. No hay vacío en la naturaleza.
 
Ahora que sabemos que esta variable eterna de los números del Pueblo por un lado, y la superficie de la tierra, que permanece constante, constituye la causa para esta lucha eterna por la vida, surge la cuestión de si un Pueblo desea tomar parte en esta lucha o desea apartarse, eliminarse y por lo tanto renunciar a su futuro en último término. Ahora que miramos a la actual fuerza del pueblo Alemán, llegamos a un número de alrededor de 85 millones de personas. 85 millones de personas que disponen de un Lebensraum de menos de 600.000 kilómetros cuadrados. Los números de este Pueblo son enormes. La mayoría de los alemanes ni siquiera se dan cuenta de esto. A menudo me he visto obligado a escuchar lo siguiente durante mi lucha política: “Luchas por lo imposible. ¿Tenemos los alemanes, siquiera el derecho de pensar que podemos conseguir logros similares a los de otras grandes naciones que, después de todo, dominan imperios mundiales?”
 
El lugar de Alemania en el mundo.
Esta pregunta sólo puede responderse a la vista de dos aspectos. En primer lugar: ¿es éste Pueblo alemán, en términos de valor, igual a todas estas naciones, a estos pueblos realmente líderes en este mundo, o es este Pueblo alemán inferior a ellos? Siempre es un signo de un mal liderazgo si uno busca disculpar a su propio pueblo devaluando su valor intrínseco que conscientemente busca criar un complejo de inferioridad por miedo a que sus propias políticas débiles y malas reciban la merecida crítica. Tenemos el derecho no sólo de intuir que el Pueblo alemán es igual a otras naciones en relación con el primer aspecto. Más allá: la historia nos muestra que este Pueblo incluso hoy posee en su núcleo lo mejor en términos de valor sobre la faz de la tierra. No debemos olvidar que a lo que referimos el término Anglo-Sajón no es sino una rama de nuestro Pueblo alemán. Los ingleses no migraron en el pasado a Alemania para cultivarla, sino que una diminuta tribu Anglo-Sajona partió de Europa, conquistó Inglaterra y más tarde ayudó a desarrollar el continente americano. La riqueza y la sangre de este pueblo son todavía hoy de igual valor. En términos de números, no hay un imperio mundial que posea en su núcleo una raza tan grande y unificada como el Pueblo alemán y el Reich alemán.



Sí a Adolf Hitler, sí a Alemania.
Hay aproximadamente 85 millones de alemanes en Alemania. Ni siquiera incluyo en este número nuestros compatriotas de la Baja Alemania. Inglaterra, el Imperio británico, cuenta con apenas 46 millones de ingleses en casa. El Imperio francés apenas cuenta con 37. Incluso los Estados Unidos, exceptuando a negros, judíos, latinos y alemanes, apenas posee 60 millones de verdaderos Anglo-Sajones. Rusia apenas cuenta con 60 millones de grandes rusos. E incluso hoy, el núcleo racial unificado de Alemania permanece el mayor a mucha distancia; no sólo en valor, en sí mismo altamente significativo, sino también en números, es el más grande. Por el contrario, si comparamos el porcentaje de Lebensraum ocupado por el Pueblo alemán con el de la tierra como tal, entonces debemos remarcar que nuestro Pueblo es uno de los pueblos más desfavorecidos de la tierra. Apenas 600.000 kilómetros cuadrados, de hecho alrededor de 140 personas por kilómetro cuadrado. 46 millones de ingleses dominan, controlan y organizan unos 40 millones de kilómetros cuadrados. Apenas 60 millones de grandes rusos dominan un área de unos 19 millones de kilómetros cuadrados. Unos 60 millones de Anglo-Sajones dominan los Estados Unidos en un área que comprende alrededor de 9 millones y medio de kilómetros cuadrados. 37 millones de franceses dominan sobre la vida de un área de casi 10 millones de kilómetros cuadrados. En otras palabras, el Pueblo alemán, en términos del espacio que ocupa, es de lejos el más modesto aquí sobre esta tierra.
 
El soldado alemán, el Pueblo alemán y sus enemigos.
Por mucho que el individuo tenga que sufrir en la lucha, siempre debe tener una cosa en mente: exactamente de esa misma manera sufrieron los soldados de la Guerra Mundial, de esa misma manera sufrieron los soldados de la Guerra Alemana de Unificación y así sufrieron los soldados de la era de Federico y remontándonos al pasado hasta Herman el Querusco. Para nadie ha sido la muerte más fácil. Es duro, pero es igual para todo el mundo. Y si una generación deja de desear ofrecer este sacrificio, entonces esa generación termina la cadena de destino del pueblo. Es duro para el individuo, pero no debe ser evitado.


Más aún, la paz puede ser forzada sólo mediante la espada. Escudo y lanza. En este mundo no existe otra fórmula para la preservación de la paz y la consolidación de la paz. Hasta la fecha, la paz ha sido posible sólo cuando ha quedado protegida por el escudo y confiada a la lanza. Y no será diferente en el futuro. Hoy, nos encontramos en medio de la batalla más decisiva para nuestro Pueblo. Vosotros mismos no sois sólo los futuros oficiales de la Wehrmacht alemana, sino también parte de este gran instrumento de liderazgo y de todo el pueblo Alemán – esta Comunidad (Volksgemeinschaft) alemana. Debéis identificaros mentalmente por completo con las ideas que mueven a este Pueblo hoy. Espera que el futuro debe ser el vuestro propio. Sus sentimientos actuales deben encontrarse con comprensión por vuestra parte. Los hijos que el Pueblo os confiará para liderar el fururo deben ser conducidos de tal manera que, a su vuelta, formen parte de él todavía en mayor medida de esta Comunidad Nacionalsocialista, de la misma forma que este Ejército forma la espada de esta comunidad.




Al igual que nosotros luchamos, ¡trabaja tú por la victoria!

En esta lucha, la Wehrmacht alemana se enfrenta a tareas enormes. Sin embargo, no puede haber duda de que esta lucha terminará con nuestra victoria, no sólo porque nuestras armas son las mejores, nuestra organización la mejor y porque somos nosotros quienes podemos llamar a las armas a los mejores soldados y a los mejores líderes, sino también porque detrás de estos soldados se encuentra de veras el mejor Pueblo. Es el mejor a un nivel que supera lo con creces que hemos poseído en el pasado, porque ahora millones y millones de trabajadores de la mente y el puño están detrás del soldado alemán, porque detrás de él hay un ejército de millones de mujeres alemanas, porque una juventud está siendo alimentada con el pensamiento único, porque nunca antes en la historia alemana habíamos tenido una identificación tan intensa entre la voluntad del liderazgo político, los pensamientos del Pueblo y la Wehmacht como lo tenemos ahora y porque ningún estado en el bando de nuestros enemigos puede acercarse a semejante unidad completa.


Todos ellos viven con tensiones. Durante algún tiempo, puede que fueran capaces de negar estas tensiones y aliviarlas temporalmente mediante algunas medidas. Sin embargo, esto no las elimina. ¡Ni mucho menos! Ellas vuelven a aflorar mucho peor que antes. En este mundo, uno no puede sustraerse a la resolución de estos problemas sociales internos de hoy. Un estado usa la razón para resolverlos, como nosotros hacemos, otro estado los resolverá mediante su falta de razón. En el primer caso, se sembrará fortaleza; en el otro caso, se sucederá la destrucción nihilista y anárquica. Nadie puede ignorar estos problemas. Deben ser resueltos. En la actualidad estamos en el proceso de resolver estos problemas de manera razonable y, en consecuencia, ya tenemos el Pueblo más unido de todos. Otros, hasta la fecha, han rechazado esta resolución. En consecuencia, hay tensiones en el seno de sus naciones – una profunda intranquilidad y el nerviosismo de una era de transformación está mermando su fuerza.
 

El deber de los oficiales.
¡La victoria sólo puede caer de nuestro lado! También hay otra cosa decisiva: no sólo debéis ser fuerte en vuestra fe durante la necesidad de esta lucha, sino que debéis transmitir esta fe a vuestros hombres. Hay una historia bíblica en la que una ciudad es destruida porque, al final, nadie en ella merecía que existiera más. Se puede decir de otro modo: siempre que alguien mantenga la fe, la comunidad no está perdida aún. Y esto se aplica también a la entidad más pequeña, no sólo a las grandes. Con tal de que en un regimiento, en un batallón, en una compañía, haya un hombre que mantenga y avie la fe y como líder transmita esta fe, nadie flaqueará. Y mientras esto suceda, el cuerpo no flaqueará.



Una columna alemana de infantería marcha hacia el combate (Polonia).

Si alguien reconoce que la moral de una compañía es mala, entonces el líder de la compañía es responsable de ello. Si alguien reconoce que la moral de un regimiento es mala, entonces el comandante del regimiento es responsable de ello. Un líder siempre es responsable de sus subordinados. Transmite su propio espíritu a sus hombres. Si muestra signos de debilidad, entonces sus hombres también se volverán débiles. Si muestra signos de resistencia y valor, entonces sus seguidores resistirán y serán valientes. Si muestra signos de cobarde capitulación, entonces sus hombres capitularán. El líder de cualquier organización no es sólo el portador de su escudo. Él también esgrime su carácter, su valor. Y, a cambio, en este sentido, él también es responsable de su derrotismo. Debéis transmitir, por tanto, la fe y las creencias que poseéis a vuestros soldados. Ellos deben creer en vosotros. Y debéis ser la bandera siempre y en todo momento, la bandera viva, detrás de la cual ellos marchan, un ejemplo en todo sentido para el soldado. Esta idea continúa esparciéndose por toda la Wehrmacht hasta el punto que somos testigos hoy –para nuestra gran alegría y orgullo- entonces esta Wehrmacht será invencible. Y entonces esta era en la que vivimos no sólo será una gran era para todos nosotros ahora, sino que también será considerada una era de iluminación por las generaciones futuras. Así como nosotros recordamos con vergüenza los años 1918, 1919, 1920, 1921 y siguientes, así la posteridad recordará con orgullo y alegría la era que vivimos en el presente. Entonces, habremos cumplido con nuestro deber. Un hombre no puede esperar más de la vida. Todos moriremos antes y después. Por lo tanto, sólo hay una pregunta: ¿cómo vivió su vida? ¿Vivió decentemente? ¿Vivió valientemente? ¿Vivió con fidelidad y cumplió con su deber? ¿O vivió como un zángano entre los de su Pueblo? ¿Vivió como uno de esos que dejan arrastrar por la corriente de letargo y apatía? Esta es la pregunta.


Y si hay una razón para vivir, esta es poder decir en la vejez: “Por mi parte, cumplí con mi deber. Siempre fui indiferente a lo que los otros hacían.” Cuando un día miréis atrás y recordéis esta era, deseo que podáis hacer una cosa: mirar atrás con un sentimiento de orgullo: “Entonces, cuando el Gran Reich alemán estaba luchando por su destino, fui un soldado. Fui un oficial entonces y cumplí mi deber para con la Alemania eterna.”

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