El cruce del lago Ilmen: La muerte helada.
Después de resistir los ataques soviéticos, la División Azul protagonizó una de sus acciones más valerosas, la cual consistió en cruzar un lago helado para socorrer a una unidad alemana que estaba siendo «machacada» por fuerzas soviéticas. Concretamente, esta acción se desarrolló en el lago Ilmen (cerca del frente del río Voljov) del 10 al 21 de enero al mando del español José Manuel Ordás.
«El año 1942 vio el cruce del Lago Ilmen -al sur de las posiciones de la División Azul- por la recientemente creada Compañía de Esquiadores. El lago, completamente helado, fue cruzado a pie, pero con muy mala suerte, pues la trayectoria prevista tuvo que anularse ante las grietas que se abrían ante los españoles», determina el historiador Xavier Moreno Juliá.
Estas dificultades provocaron que tuviera que cambiarse el itinerario inicial por uno más largo. Esto fue letal para las tropas españolas, que tuvieron que soportar una temperatura de nada menos que 52 grados bajo cero. «Finalmente, tras once días de penalidades, los españoles encontraron a los alemanes, que habían podido zafarse del acoso soviético», explica el experto.
La acción no fue demasiado satisfactoria para los españoles, que sufrieron 102 bajas por congelación acompañadas de una gran cantidad de heridos. «Poco hubiesen podido hacer para ayudarles (a los alemanes), pues quedaban sólo doce hombres ilesos de un contingente inicial de 240», sentencia el historiador.
«Esta acción fue aprovechada por el general español Muñoz Grandes para dar publicidad a su División Azul, por medio del envío de un álbum con los telegramas enviados y recibidos durante el cruce del lago. El alto mando alemán quedó impresionado y la noticia llegó a Berlín. A partir de entonces, luchar al lado de los españoles pasó a ser señal de buena suerte para el soldado alemán», explica Juliá. Después de estos envites, Berlín anunció al mundo la victoria en el Voljov. Una marcha de 1.000 kms hasta el frente.
Tras dar por finalizado el entrenamiento, los divisionarios recibieron sus primeras órdenes: partir hacia Rusia para reforzar a las fuerzas alemanas. Sin embargo, se planteó un problema para la División Azul debido a que, aunque podían ser trasladados hasta Polonia en tren, se les informó de que deberían hacer a pie una distancia de casi 900 kilómetros (un espacio similar al que separa el sur de Andalucía del norte del País Vasco) para llegar a Smolensko, cerca de Moscú.
«Llegadas todas las expediciones, comenzó la parte más dura del viaje hasta el frente, por la falta de transporte motorizado, los españoles deberían cubrir casi 900 kilómetros a pie (...). Los cálculos estimaban que en unos 40 los días necesarios para llegar hasta allí, donde los divisionarios embarcarían nuevamente en ferrocarril hasta Dno», determina el historiador Xavier Moreno Juliá.
La dureza del calzado, acompañada por las nubes de polvo que se provocaban por la marcha y la falta de alimento, hacían el camino insoportable. Además, la hilera que los soldados españoles formaban era tan larga que había aproximadamente entre dos y tres días de camino entre el grupo de cabeza y el del final. .
«En esa marcha se nos rompieron los zapatos y llegamos a acabar casi medio desnudos. Además, el problema también fue el frío que sufrimos que, aunque no era tan intenso como el que sufrimos luego, nos afectó mucho más porque nos cogió medio desnudos tras la caminata, sin apenas zapatos, que se habían roto. Fue muy duro», recuerda el divisionario Juan José Sanz.
«Aquella salvaje marcha se cobró 11 vidas humanas (sólo la explosión de una mina mató a 4 soldados e hirió a otros 34), y dejó fuera de juego a 3013 hombres más, mayoritariamente en la condición de aspeados. Mató también a 44 caballos e inutilizó a otros 957, así como 77 vehículos, algunos perdidos para siempre», explica Juliá. A pesar de todo, tras varias semanas se encontraron por fin cerca de su objetivo.
No obstante, el destino todavía guardaba una agria sorpresa para los soldados. Justo antes de llegar a Moscú, fueron informados de que debían volver sobre sus pasos. «La División Azul recibió la orden de girar y desandar unos cien kilómetros hasta Orsha, y dirigirse, en dirección norte, hasta Vitebsk, donde tomaría el tren hasta Novgorod. En pocas palabras: las necesidades de Hitler en el sector norte del frente ruso y los malos informes que la Plana de Enlace alemana en la División Azul envió al mando alemán (españoles mal uniformados y con comportamientos mediterráneos, alejados de los parámetros germánicos), decidieron a aquel a enviar a los españoles al sector norte del frente», finalizada el historiador. Tras llegar definitivamente a su posición, la División Azul entraría finalmente en batalla.
Los españoles no tuvieron que esperar mucho para volver a combatir, pues a los pocos días de retirarse de sus posiciones avanzadas fueron atacados por centenares de soldados rusos. «El 27, una posición española ubicada entre las localidades de Udarnik y Lobkovo fue atacada. El pelotón, que estaba al mando de un alférez, fue aniquilado y los cuerpos de sus hombres, clavados en el suelo con picos para romper el hielo», afirma el historiador.
Esta gran derrota fue conocida como la tragedia de la «Posición intermedia». Sin embargo, los españoles decidieron no dejar este suceso impune y devolvieron el envite de manos del comandante Tomás García Rebull quien, finalmente, casi aniquiló en su totalidad a la fuerza rusa. La venganza se había cumplido para estos militares.
Por aquel tiempo, las bajas de la División Azul eran ya considerables, pero nada comparables con las del ejército nazi. «El 31 de diciembre de 1941 la División Azul había visto morir a 1.400 de sus hombres, en tanto que el Ejército alemán, desbordado desde hacía ya tres semanas ante Moscú (5 de diciembre, ataque del general Zhukov con reservas siberianas), contaba ya con un cuarto de millón de muertos», explica Juliá.
El frente del río Voljov: Primeras conquistas.El primer frente en el que la División Azul combatió fue cerca de un río navegable de más de 200 kilómetros de largo, el Voljov, situado al norte de Rusia. «Al Voljov los españoles llegaron entre los días 10 y 11 de octubre de 1941, y el 12, fiesta de la Hispanidad, entraron en combate. El frío era ya intenso, por debajo de los cero grados centígrados, y el Ejército alemán -y con él la División Azul- carecía de equipo de invierno, en tanto que Hitler había previsto que la campaña rusa iba a estar acabada en unos dos meses», señala el historiador Xavier Moreno Juliá.
Tras llegar, la División Azul trató de llevar a cabo una serie de pequeñas conquistas al otro lado del río. «Hubo un corto período de ofensiva hispano-alemana con la toma de varias poblaciones de escaso valor, en tanto que no sobrepasaban la catalogación de aldeas. Y llegaron, en su avance hasta tres poblaciones que pasarían a ser fundamentales: Otenski al norte, Possad en el centro, y Posselok, la más oriental, al sur; las tres, cercanas al río Vischera, afluente oriental del Voljov», afirma el experto.
No obstante, esta ofensiva no se extendió mucho y en poco tiempo los rusos iniciaron si propio asalto. «Siguieron cinco semanas de sufrimiento atroz en Possad y Otenski, en tanto que Posselok fue abandonada. Atacadas por la infantería, la artillería y la aviación, las dos poblaciones se convirtieron en tumba abierta de cientos de españoles», explica el historiador.
Al final, el 7 de diciembre el general español al mando de la operación recibió la orden de retirada por parte de los alemanes. No hubo más que decir, la División Azul cruzó la orilla y se apostó para la defensa de sus nuevas posiciones.
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