domingo, 9 de septiembre de 2012

El Führer nuevo Comandante en Jefe del Ejército


El Führer, nuevo Comandante en Jefe del Ejército



Adolf Hitler: Canciller del Reich, Comandante en Jefe de la Wehrmacht y, ahora también, Comandante en Jefe del Heer (Ejército de Tierra).



Cuando el Führer asumió personalmente al mando supremo de toda la Wehrmacht el 4 de febrero de 1938, lo hizo así como resultado de su preocupación sobre una posible confrontación militar contra la libertad del Pueblo Alemán que ya nos amenazaba en ese momento. Razones de estado exigían de manera autoritaria la concentración de todas las fuerzas en una sola mano. Sólo de este modo sería posible preparar una resistencia exitosa. Sabía que se le llevaría a una “guerra total” mucho más cruel que la que se impuso sobre el Pueblo Alemán por parte de los mismos enemigos de la Guerra Mundial de 1914-1918. Además de esto, la percepción de una llamada interna y su propia voluntad de asimilar la responsabilidad influyeron al hombre de estado Adolf Hitler en su decisión de convertirse en su propio comandante militar.



El Führer junto a von Brauchitsch durante el desfile de la victoria en Varsovia en 1939. El Führer ha asumido hoy el liderazgo del Ejército de Tierra (Heer) tras haber aceptado la dimisión que presentó el Mariscal el pasado 16 de diciembre. Von Brauchitsch se había sentido desautorizado después de que el Führer hubiese ordenado directamente al Grupo de Ejércitos Centro mantener sus posiciones sin haber informado antes al Mariscal. La razón oficial ha sido "baja por afección cardíaca."

Durante el transcurso de esta guerra, lo correcto de esta medida ha sido confirmado una y otra vez, pero no ha sido hasta la campaña en el este que la guerra ha adquirido proporciones que han rebasado todo lo imaginable. La inmensidad del teatro de guerra, la estrecha relación de la conducción operativa de la guerra sobre el terreno con los objetivos perseguidos por la política y la economía de guerra, así como el tamaño numérico del ejército en comparación con las otras ramas de la Wehrmacht, han urgido al Führer, siguiendo su intención, a reservarse para sí mismo todas las decisiones cruciales en este ámbito para ejercer la mayor influencia posible. Como una lógica consecuencia de su decisión del 4 de febrero de 1938, y con gran reconocimiento a los logros del antiguo Comandante en jefe del Ejército, el Mariscal von Brauchitsch, el Führer en consecuencia, ha decidido, el 19 de diciembre de 1941, unir en sus manos el liderazgo de toda la Wehrmacht junto con el Alto Mando del Ejército. Con ocasión de este acontecimiento, ha decidido dirigir la siguiente orden del día a los soldados del Ejército y de las Waffen SS:



El Führer a sus soldados, a quienes dirige personalmente a partir de hoy.

¡Soldados del Ejército y de las Waffen SS!


La lucha por la libertad de nuestro Pueblo para asegurar la base de su existencia en el futuro y para eliminar la posibilidad de una invasión cada veinte o veinticinco años, que ha estado básicamente siempre allí debido a los mismos intereses judeo-capitalistas, se dirige ahora hacia un punto álgido de no retorno.


El Reich Alemán e Italia, así como nuestros estados aliados, han sido igualmente afortunados en hallar un nuevo amigo y camarada de armas en la potencia mundial del Japón. Ellos iban a ser estrangulada con los mismos pretextos y con las mismas secuencias que lo íbamos a ser nosotros. Con la fulgurante destrucción de la flota norteamericana en el Pacífico así como las fuerzas británicas en Singapur y la ocupación de las fuerzas japonesas de bases inglesas y estadounidenses en Asia Oriental, esta guerra entra ahora en una nueva y, para nosotros, ventajosa fase.

El aspecto del mundo libre (color negro) y del mundo sometido bajo la bota comunista (color rojo) y capitalista (color azul) en la actualidad, tras la entrada de Japón y de Estados Unidos en la guerra, que ya ha adquirido escala mundial.

Así, también nos enfrentamos ahora a decisiones de importancia global. Debido al impacto de la repentina llegada del invierno, los ejércitos del este, después de sus inmortales e históricos éxitos contra el más peligroso enemigo de todos los tiempos, debe detener ahora sus movimientos y desplegarse en un frente de posiciones. Hasta la primavera, será su misión mantener celosa y obstinadamente y defender lo que han conquistado en batalla con su inconmensurable heroísmo y difíciles sacrificios. No se espera nada más del frente este que lo que los soldados alemanes consiguieron hace veinticinco años en cuatro inviernos de guerra en Rusia. Cada soldado alemán debe ser un ejemplo para nuestros leales aliados.


Además, se están estableciendo nuevas unidades como el pasado invierno y, sobre todo, se están suministrando nuevas y mejores armas. La defensa del frente en el oeste está siendo reforzada desde Kirkenes hasta la frontera española. Las dificulltades en organizar la unidad de este frente, que hoy abarca todo un continente y alcanza hasta el Norte de África, deben ser superadas – tendremos éxito en esto también.



"Juro por Dios este sagrado juramento de que al Führer del Reich y del Pueblo Alemán, Adolf Hitler, comandante supremo de la Wehrmacht, rendiré obediencia incondicional y que como un valiente soldado estaré dispuesto en cada momento a entregar mi vida por este juramento." Todo sigue igual, por tanto, para los soldados de la Wehrmacht.

Los preparativos para reanudar la ofensiva tan pronto como la primavera llegue, que durará hasta la derrota final del enemigo en el este, deben realizarse ahora mismo. Otras medidas de guerra decisivas se tomarán pronto. Estas tareas requieren que la Wehrmacht y la patria lleven a cabo los mayores esfuerzos y que se apliquen de forma unida. Sin embargo, el principal vehículo de la batalla de la Wehrmacht es el Ejército. Bajo estas circunstancias, he decidido hoy en consecuencia, como comandante supremo de la Wehrmacht Alemana, asumir el mando del Ejército yo mismo.



Adolf Hitler como soldado.
¡Soldados! Conozco la guerra por los cuatro años de cruenta lucha en el oeste en 1914-1918. Como soldado raso, experimenté los horrores de casi todas las grandes batallas. Fui herido dos veces y casi quedé ciego. Por lo tanto, no soy ajeno a vuestros tormentos, vuestras cargas y vuestras preocupaciones. Sin embargo, incluso después de cuatro años de guerra, ni siquiera durante un segundo dudé de la resurrección de mi Pueblo. Con mi celosa voluntad de soldado alemán común, tuve éxito en unir a la nación alemana después de más de quince años de trabajo y en liberarla de la sentencia de muerte de Versalles.



"En el futuro, el Ejército será guiado por mis intuiciones." De esta irreverente forma ha calificado la propaganda enemiga la asunción del mando del Heer por parte del Führer.

¡Mis soldados! Así, entenderéis que mi corazón os pertenece y que mi voluntad y mi trabajo sirven inequívocamente a la grandeza de este Pueblo, mío y nuestro. Sin embargo, mi mente y mi fuerza de voluntad sólo conocen la destrucción del enemigo, es decir, la victoriosa conclusión de esta guerra.


¡Mis soldados del Ejército y de las Waffen SS! Haré por vosotros todo lo que pueda en términos de cuidado y liderazgo. Sé lo que podéis hacer y lo que haréis por mi: me seguiréis con lealtad y obediencia hasta la salvación final del Reich y de nuestro Pueblo Alemán. ¡El Señor no negará a Sus bravos soldados la victoria!

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