El Führer ha hecho su entrada en el salón de sesiones a las siete en punto, siendo acogido con una ovación entusiasta. En primer lugar, el Reichstag ha rendido homenaje a los muertos alemanes e italianos en la guerra. A continuación, Göring ha pronunciado una breve alocución en la cual ha tributado un sentido recuerdo a Italo Balbo. El gesto ha emocionado profundamente al Conde Ciano, presente en el acto a pesar de que recibió la invitación para asistir ayer mismo. Inmediatamente después, el Führer ha comenzado su histórico discurso.
Alemania sólo pensaba en la revisión del Tratado de Versalles por medios pacíficos. No podía admitir que continuara su humillación ni que el Tratado de Versalles fuera considerado como una especie de Derecho internacional e incluso como el Derecho Supremo.
El Movimiento Nacionalsocialista anunció en su programa la firme decisión de liberar al Reich de las cadenas de la paz forzada de Versalles. Las reivindicaciones alemanas relativas a esas remisiones eran necesarias, vitales y naturales para la existencia y el honor de un gran-pueblo. Serán calificadas por la Historia de muy moderadas.
El 20 de septiembre de 1939, día de la Conferencia de Munich, hubiera podido ser una fecha importante para la paz de Europa. Desgraciadamente, en Londres y en París los acuerdos de Munich no fueron acogidos con satisfacción, sino que fueron considerados y condenados como signo de una terrible debilidad. Judíos, masones, fabricantes de armas y aprovechadores de la guerra, mercachifles internacionales y especuladores encontraron políticos desnaturalizados a los que convencieron de que la guerra era deseable. A ellos se debe el que Polonia se negara a admitir proposiciones que no afectaban en ningún modo a su honor ni a su integridad territorial y recurrieron a procedimientos de terror y, finalmente, a las armas. La lucha hubiera podido ser evitada todavía el 2 de septiembre, cuando Mussulini hizo una proposición encaminada a que cesaran inmediatamente las hostilidades y.fuera negociada una paz. . Aun Alemania, a pesar del victorioso avance de sus Ejércitos, aceptó esa proposición. Tan sólo los belicistas anglo-franceses deseaban la guerra y repudiaban la paz.
El Führer durante el discurso en que se vuelve a reafirmar como amante de la paz.
Los anglo-franceses han explotado a los pequeños pueblos.
Los documentos que hemos encontrado en Francia, que contienen todos ellos notas marginales autógrafas de Gamelín, Daladiér, Weygand y otros, demuestran que para esos políticos y militares fríos como el hielo, los pequeños pueblos no constituían más que un medio para llegar a. su fin. Así.por ejemplo, su intención no era ayudar a Finlandia, sino llevar la guerra al Báltico contra Alemania. Decidieron también convertir en campo de batalla a Noruega y Suecia, extender la conflagración a los Balcanes para conseguir de aquellos países la ayuda de cien divisiones, efectuaron preparativos para bombardear Batum y Bakú utilizando de un modo refinado y sin escrúpulos la neutralidad de Turquía, dispuesta a servirles, tendieron una celada a Holanda y a Bélgica para que secundaran sus planes y las obligaron a concertar acuerdos con sus Estados Mayores.
El 6 de octubre de 1939 hablé aquí por segunda vez al pueblo alemán después.de comenzada la guerra. Hice en aquella ocasión un llamamiento al buen sentido y a los hombres responsables de los países enemigos y les previne contra una continuación de la lucha, cuyas consecuencias debían ser lógicamente desastrosas. Desgraciadamente, los elementos responsables de Inglaterra y Francia se apresuraron a responder que no había posibilidad de acuerdo y que era necesario continuar la lucha en nombre de la cultura del progreso y de la civilización y hasta en nombre de la santa religión y que con tal fin se debían movilizar los negros y los indios, con los cuales la victoria no tardaría en llegar para ellos.
Chamberlain escupió sobre mí y se negó a aceptar mis ofrecimientos. Así, la guerra ha continuado. El mal tiempo que reinó en los últimos meses del otoño pasado y del invierno impuso un aplazamiento de las operaciones militares. Pero entrado el mes de marzo tuvimos conocimiento de las intenciones anglo-francesas de mezclarse en el conflicto ruso-finlandés y de llevar la guerra a los Balcanes y al Asia Menor para cortar así las exportaciones de petróleo ruso al Reich y también para apoderarse del mineral de hierro sueco.
El día 9 de abril, las fuerzas de vanguardia alemana desembarcaron en Noruega desde Oslo hasta Narvik. Este golpe ha sido la empresa más audaz de toda la historia militar alemana. Los hechos realizados por nuestros tres Ejércitos, el de tierra, el del aire y el del mar, ponen de relieve la existencia de una disciplina y un espíritu militar absolutamente excepcionales. Los fiordos de Noruega se han convertido en cementerio de barcos de guerra británicos. En cuanto a las tropas de desembarco inglesas no se puede decir que se hayan distinguido más que por su falta de escrúpulos, ya que en todo lo demás, eran muy inferiores a las nuestras: mal preparadas, miserablemente equipadas y muy mal mandadas.
Der Führer spricht!
La campaña victoriosa del Oeste.
Aun antes de que terminara la acción en Noruega, las noticias del Oeste se hicieron de día en día más alarmantes. Los Países Bajos y Bélgica se inclinaban cada vez más hacia los Aliados. Las noticias relativas a las entrevistas de los Estados Mayores de Francia, Inglaterra y Bélgica arrojaron una viva luz sobre la pretendida neutralidad belga-holandesa. Si estas entrevistas hubieran tenido verdaderamente un carácter neutral debían haberse celebrado con los Estados Mayores de los dos bandos beligerantes.
Fueron tan evidentes los indicios acerca de una marcha de las tropas franco inglesas a través de Bélgica y Holanda contra la región industrial de Alemania, quue tuvimos que prevenirnos también contra esta nueva amenaza que constituía un serio peligro. Durante las jornadas del 6 y 7 de mayo se confirmaron nuestros temores. Por eso, al día siguiente di la orden de ataque para el 10 a las cinco y media de la madrugada. La idea fundamental de esta operación consistía en no buscar éxitos locales, sino atacar a las fuerzas armadas enemigas para lograr su aniquilamiento total. En oposición al plan Schlieffen de 1914, puse el peso de las operaciones militares sobre el ala izquierda para despistar al enemigo, pero la dirección de la campaña fue facilitada por las medidas que tomó éste. Como segunda operación, preví la ocupación del Sena hasta el .Havre así como la consolidación de una fase de partida en el Somme y el Aisne para el tercer ataque que debía ser realizado con grandes fuerzas pasando por la alta meseta de Langres hasta la frontera suiza. La llegada por la costa hasta, el sur de Burdeos constituía la fase final de las operaciones
A los soldados, alemanes es a quienes debemos en primer lugar las victorias en esta serie de batallas que no tienen precedentes en la Historia universal. Como el triunfo decide el último juicio, hay que afirmar que el Mando del nuevo Ejército alemán es todavía mejor que e. de 1914.
El día 10 de mayo cuando comenzó el ataque, el objetivo era romper todas las posiciones enemigas a lo largó de las fronteras desde el Mosela hasta el mar del Norte, ocupar Holanda, profundizar hasta Amberes, tomar Lieja, llegar al Mosa, forzar el paso hacia Sedan y avanzar luego hasta el mar.
En la consecución de las operaciones no se contaba como primer objetivo la toma de París, sino el constituir una posición base para efectuar una penetración hacia la frontera suiza. Esta vasta maniobra de ataque se desarrolló igualmente según nuestros planes. El cambio realizado entre tanto en el Alto Mando del Ejército francés debía reavivar la resistencia y permitir a una lucha mal comenzada un feliz cambio. Los Ejércitos alemanes lograron, romper en varios puntos la nueva línea de resistencia hasta que cayó París. La ruptura de las posiciones enemigas en el Aisne abrió vía para el avance hacia la frontera suiza. En un vasto movimiento envolvente, nuestros Ejércitos desbordaron la línea Maginot, que fue atravesada. Estas operaciones encontraron su coronamiento en el avance general de todos los Ejércitos alemanes y también del ala izquierda siguiendo el Ródano en dirección a Marsella y del ala derecha por detrás del Loira en dirección a Burdeos y a la frontera española. Cuando el mariscal Pétain ofreció la capitulación de Francia ya no le quedaban Ejércitos. Solamente el sanguinario diletantismo del Señor Churchill no ha comprendido esta verdad. En esta guerra la Infantería alemana ha mantenido su antigua reputación de ser la mejor del mundo. Las demás armas de nuestro Ejército han rivalizado con ella, pero a pesar de todo el valor hubiera experimentado grandes pérdidas sin la ayuda heroica de la Aviación bajo el. mando personal del mariscal Göring, cuyos méritos son únicos y a quien por esta razón le nombro Mariscal del Reich y le concedo la Gran Cruz de Hiérro. (Seguidamente, el Führer enumera a los jefes, entre ellos al comandante supremo del Ejército, Brauchitsch, que ascienden a mariscales o coroneles generales, y cita a los imprescidibles hombres “de retaguardia” que han hecho posible que se puede festejar la victoria, entre ellos Hess, Goebels y Von Ribbentrop).
El Führer ha premiado hoy con condecoraciones y ascensos a numerosos miembros de la Wehrmacht. En la imagen, se ve el documento que certifica el ascenso a Comandante General de Alfred Jodl.
Elogio de Italia.
No puedo terminar estas consideraciones sobre la lucha sin hacer mención de nuestra aliada Italia. Desde que existe el régimen nacionalsocialista, su programa de política extranjera se ha impuesto dos fines: llegar a una amistad con Italia y tratar de conseguir las mismas relaciones con Inglaterra. Aún hoy deploro que, a pesar de todos mis esfuerzos, no haya logrado esa amistad con Inglaterra que hubiera sido una bendición para nuestros dos pueblos. Pero, al menos, me cabe la satisfacción de haber realizado el primer punto de nuestro programa. Ello se debe, sobre todo, al genio del que dirige el pueblo italiano, y para mí es un honor personal ser amigo de ese hombre cumbre y me llena de orgullo pensar en la originalidad de dos movimientos que tantos puntos de contacto presentan. El año pasado, cuando contra mi deseo y mi voluntad se impuso esta guerra al Reich, Mussolini y yo convinimos en coordinar la acción de los dos Estados. Los beneficios que ha reportado al Reich la actitud de Italia han sido extraordinarios no sólo desde el punto de vista económico, sino también militar. Italia inmovilizó desde el principio de la guerra fuerzas enemigas muy considerables y paralizó su libertad de acción en el aspecto estratégico. Pero cuando el Duce estimó que había llegado la hora de reaccionar por las armas y cuando el Rey-Emperador declaró la guerra, esta decisión fue tomada con plena libertad. Nuestra gratitud debe ser, por tanto, aún mayor. La entrada en guerra de Italia contribuyó a acelerar en Francia la convicción de la inutilidad absoluta de toda ulterior resistencia.
El Ejército alemán es más poderoso que nunca.
Quiero trazar, sin exageración alguna, un cuadro de la situación tal como yo la veo: primero, estos diez meses de guerra han justificado mi concepción de las cosas y han desmentido a mis adversarios. Alemania es hoy, militarmente, más fuerte que nunca. Si pensáis que en tres meses hemos establecido un frente que va desde el Cabo Norte a la frontera española, reconoceréis que nuestras pérdidas han sido insignificantes. En la actualidad, muchas de nuestras divisiones han sido retiradas de Francia y reintegradas a guarniciones.
Segundo, la pérdida de armas ha sido mínima y, desde luego, infinitamente inferior a la producción. En el momento en que os hablo, se están fabricando armas más perfectas y más eficaces que las de antes de la campaña del Oeste. Tercero, el Ejército ha sido provisto de municiones en tal grado y las reservas acumuladas son tan grandes, que en numerosos terrenos ha sido necesario proceder a una restricción. En cuanto a consumo ha sido inferior a todos los cálculos. La totalidad de los reservas para los Ejércitos de Tierra y la Aviación es pues, muy superior a la que existía antes. Cuarto, por lo que se refiere a las materias primas, sobretodo carbón y hierros, los tenemos en cantidades ilimitadas. Respecto a los carburantes, nuestras reservas son muy considerables. Nuestra capacidad de producción va en constante aumento y dentro de poco bastará para satisfacer nuestras propias necesidades aún en el caso de que cesaran todas las importaciones. Las reservas de metales han aumentado de tal modo que podemos hacer frente a una guerra de cualquier duración sin temer a ningún acontecimiento.
A esto se añaden las posibilidades que residen en la utilización del inmenso botín de guerra y en la explotación de los territorios ocupados. Alemania e Italia cuentan en el espacio económico que gobiernan y controlan con doscientos millones de hombres. Puedo aseguraros que, ocurra lo que ocurra, no veo nada que nos amenace bajo ninguna forma. La alimentación está también asegurada para todos. Todas las tentativas de la propaganda enemiga para quebrantar la unidad del pueblo alemán fueron tan estúpidas como inútiles. Los políticos ingleses pusieron sus esperanzas en la idea de que pudiera separarse nuevamente Rusia de Alemania. Las relaciones germano rusas están definitivamente selladas. Las relaciones entre los dos países han sido reguladas sobre la base de una clara y precisa delimitación de sus intereses respectivos.
Fatales consecuencias del rechazo del ofrecimiento.
Creo que en la actualidad Francia, salvo los hombres de Estado culpables, juzga de otro modo la fecha del 6 de octubre. Los señores Churchill y Reynaud han sido los autores de los sufrimientos de millones de hombres. Todo lo ocurrido no debió suceder porque en el mes de octubre yo no reclamé a Francia ni a Inglaterra nada que no fuera la paz.
Parece ser que los que se benefician de la lucha se retirarán al Canadá, pero el pueblo, a mi juicio, tendrá que continuar en Inglaterra y verá la guerra en Londres de modo muy distinto de como la verán sus llamados dirigentes en el Canadá. No estaba en mis intenciones hacer la guerra, sino crear un elevado estado social y cultural. El señor Churchill ha declarado una vez más que quiere la .guerra, y hace seis semanas, sobre todo, que ha inaugurado su guerra aérea especialmente contra la población civil.
Hasta ahora no se ha contestado debidamente a esas agresiones, pero eso no quiere decir que no tenga otras respuestas. Esa respuesta será origen de sufrimientos y desgracias de los que serán víctimas seres humanos salvo, naturalmente, el señor Churchill, que en ese momento se encontrará ya en el Canadá, donde ha enviado su fortuna y sus hijos.
Esta lucha terminará con destrucción integral de uno de los dos adversarios.
No se me oculta ahora que la continuación de esta lucha supondrá a su término la destrucción integral de uno de los dos adversarios. El señor Churchill puede creer que la destruida será Alemania, pero yo sé que será Inglaterra. El Señor Churchill tiene libertad absoluta para no tomar en consideración esta declaración mía alegando el pretexto que es un triste fruto de mi temor y de mis dudas en lo que a la victoria se refiere. Pero, sin embargo, yo habré descargado mi conciencia ante los acontecimientos que se preparan.
Fin del discurso. Sieg Heil!
Conclusión.
¡Diputados y miembros del Reichstag alemán!
Al mirar atrás sobre los últimos diez meses nos encontramos todos tocados por la gracia de la Providencia, que nos ha permitido tener éxito en nuestro gran trabajo. La Providencia ha bendecido nuestras resoluciones y nos ha guiado en nuestros difíciles caminos. En cuanto a mí mismo, estoy profundamente conmovido, dándome cuenta de que la Providencia me ha llamado para restaurar a mi pueblo su libertad y honor. La humillación y la desgracia que se originaron hace veintidós años en el bosque de Compiègne han sido obliteradas en el mismo sitio. Hoy he nombrado ante la Historia a los hombres que me han permitido cumplir con esta gran tarea. Todos ellos han dado lo mejor de sí y han dedicado todas sus facultades y energía al pueblo alemán. Dejadme concluir haciendo una mención a esos héroes desconocidos que han cumplido su deber al mismo grado: millones de ellos han arriesgado su vida y su cuerpo y han estado dispuestos en todo momento, como verdaderos oficiales y soldados alemanes, a hacer por su pueblo el mayor sacrificio que un hombre puede hacer. Muchos de ellos ahora reposan enterrados al lado de sus padres que cayeron en la Gran Guerra. Ellos son testigos de un silente heroísmo. Ellos son el símbolo de esos cientos de miles de hombres de la infantería, tanguistas, ingenieros y artilleros, marineros, aviadores y hombres de la SS y de todos esos otros soldados que se unieron en la lucha de las fuerzas alemanas para la libertad y el futuro de nuestro pueblo para la eterna grandeza del Reich Nacional-Socialista.
El gordo y el flaco: Winston Churchill y Lord Halifax.
Continuaremos esta lucha incluso si nos arrebata todo lo que poseemos. Nadie tiene ninguna duda de que si Hitler tuviera éxito, esto supondría el final de todo lo que hace que la vida merezca la pena ser vivida. No cejaremos la lucha hasta que la libertad para nosotros y para otros quede asegurada.
Muchos de vosotros conoceréis el discurso pronunciado hace tres días por Hitler, en que invitaba a Gran Bretaña a capitular. No quiere haceros peder el tiempo hablándoos de las extorsiones que han producido los acontecimientos desde el comienzo de la guerra. Hitler ha dicho que no tiene intención de destruir el Imperio Británico, pero en su discurso no ha habido nada que sugiera que la paz ha de basarse en la justicia, ninguna palabras que admita que las demás naciones de Europa tengan derecho a decidir sus propios destinos, el principio tantas veces invocado por Hitler a favor de Alemania. Los argumentos del Führer se han basado en la amenaza. Su silencio respecto al porvenir de las naciones, que bajo uno u otro pretexto han sido subyugadas, es muy significativo. Es evidente, a menos que la mayor parte del mundo haya entendido mal su discurso, que el mapa de Europa es el mapa de una Alemania que actúa como dueña. Nuestro criterio, audazmente definido por el presidente de-los Estados Unidos y el general Smuts, es muy diferente en este aspecto del alemán. Nosotros contemplamos a Europa como una libre asociación de Estados independientes, y por esta razón permanecemos impávidos ante las amenazas. Hitler ha dado a entender que se prepara a lanzar todo el peso de la potencia alemana contra el Reino Unido. Quizá se deba esto a que en todos los puntos de Gran Bretaña, en las grandes ciudades y hasta en los pueblos alejados, domina solamente un espíritu: el de una resolución indomable. Nadie duda que si Hitler tuviera éxito en sus planes ello significaría no solamente nuestro fin, sino el de muchos más. Sería el fin de todas esas cosas que hacen que "la vida valga la pena de ser vivida”.
Texto del discurso del Führer del pasado 19 de julio en inglés. Octavilla lanzada sobre Inglaterra para informar al pueblo inglés de la generosa y noble propuesta alemana.
Nos damos cuenta de que la lucha puede costarnos todo, pero precisamente porque las cosas que defendemos son dignas de cualquier sacrificio, sentimos el privilegio de combatir por ellas. .Nunca hemos querido la guerra y nadie desea que continúe un día más de lo necesario; mas no dejaremos de luchar hasta que hayamos asegurado la libertad para nosotros y para los demás. ¿Qué queremos decir al afirmar que combatiremos por la libertad? Queremos decir que hemos de vivir nuestra, propia vida como nos plazca sin que nadie nos vigile. Queremos movernos a nuestro libre albedrío, con una libertad pasada en la conciencia, que no puede entregarse a nadie. En Alemania las gentes han puesto su conciencia en Hitler y se han convertido en máquinas que sólo cumplen órdenes, sin ocuparse de si son justas o injustas. Y ¿cuál ha sido, en efecto, el pensamiento de Hitler? Primero, cuando sube al Poder, se apresura a explicar que sus fines son estrictamente limitados, que sólo se preocupa por el bienestar de Alemania. Ninguna reivindicación tiene que presentar a sus vecinos. Pero su apetito no ha dejado de ir en aumento y hoy ha asumido el papel de protector supremo. Le vemos ya en plan de gobernar por medio de sombras de sí mismo en la Europa central y septentrional. Más al Sur, Mussolini podría ser dueño de un Mediterráneo que no ha conquistado.
La cara de la inconsciencia. Soldado inglés burlándose de la última oportunidad para la paz que le brinda la Providencia.
La fuerza alemana se estrellará contra la defensa de nuestra isla fortaleza. Nuestros soldados, nuestros marinos, nuestros aviadores esperan impacientes el momento de lanzarse a la lucha y devolver golpe por golpe. Estamos preparados para el ataque y seguramente el enemigo no pasará. Por nuestra parte, no decepcionaremos la confianza de los que ansían el combate. Entonces llegará el día del ajuste final de cuentas.
Inglaterra continuará, pues, la guerra, cueste lo que cueste. Los pueblos de la comunidad británica no aceptarán jamás el mando de Hitler ni la victoria alemana, que sería una tragedia sin límites. Ponemos nuestra suerte en la mano de Dios. Nuestra guerra es una cruzada por la Cristiandad.
Dios con nosotros. Hebilla del cinturón del soldado alemán.
No encontramos palabras para describir semejante doblez y perfidia. Nuestra decepción y nuestro dolor son tan grandes, que simplemente nos remitiremos a algunas de las palabras que pronunciara el pasado 19 de julio el Führer en las que hacía referencia al Todopoderoso, a la divina Providencia que cada soldado alemán lleva muy presente en su corazón y en la hebilla de su cinturón y del que Lord Halifax ha querido apropiarse para sus abyectos planes de destrucción. Con ellas querríamos contestarle y concluir esta entrada:
Al mirar atrás sobre los últimos diez meses nos encontramos todos tocados por la gracia de la Providencia, que nos ha permitido tener éxito en nuestro gran trabajo. La Providencia ha bendecido nuestras resoluciones y nos ha guiado en nuestros difíciles caminos. En cuanto a mí mismo, estoy profundamente conmovido, dándome cuenta de que la Providencia me ha llamado para restaurar a mi pueblo su libertad y honor.La reacción inglesa al magistral discurso del Führer no se ha hecho esperar, y por desgracia no ha sido la que cabría esperar de una nación sensata dispuesta a que vuelva a reinar la paz y la concordia entre los pueblos de Europa. En efecto, apenas una hora después del discurso, la BBC en alemán emitió un rechazo categórico a la propuesta del Führer en los siguientes términos:
Rechazamos vuestra oferta. Nuestra fuerza, nuestra razón, nuestros sentimientos del honor y de la justicia y nuestro sentido de la responsabilidad con el mundo exige que luchemos con todas nuestras fuerzas por la libertad que queréis destruir.
"Madre, no quiero oirte decir a los niños que estos humanos descienden de nosotros." Portada de revista editada en noviembre de 1914, cuando estalló la Gran Guerra. Veinticinco años después, los ingleses continúan dando las mismas señales de incomprensión.
En realidad, estos comentarios carecen de valor para el Reich, ya que no son los del pueblo inglés. La rapidez con que Londres ha reaccionado ante el discurso demuestra que esta respuesta no es la de hombres que tienen el sentimiento de responsabilidad. Estas voces provienen de medios dirigentes que no saben escuchar a un pueblo sobre el que están a punto de desatarse padecimientos indescriptibles y de una Prensa manipulada por la que no se puede sentir sino lástima.
El rostro de la guerra. Salvador Dalí, 1940. Cuando Dios quiere perder a alguien, primero le priva de la razón.
No obstante, la fría acogida que las prudentes palabras del Führer han recibido en los que a la postre dirigen Inglaterra han hecho que el Führer, quien como todos sabemos es un hombre sumamente sensible, se encuentre hoy profundamente abatido y, con él, toda Alemania agache la cabeza, triste por saber que una de las naciones más valiosas de la Humanidad se empeña en proseguir la guerra de aniquilación con el Reich y, en consecuencia, en sellar su propia destrucción.
El Conde Ciano, que en el día de hoy ha tenido ocasión de entrevistarse con el Führer en la Cancillería del Reich, ha dejado constancia del abatimiento del Führer a través de la siguiente entrada en su diario:
Le habría gustado llegar a un entendimiento con Gran Bretaña. Sabe que la guerra con los ingleses será dura y sangrienta, y sabe también que hoy en día la gente en todo el mundo es contraria al derramamiento de sangre.
El Führer con Ciano.
No obstante, en el día de hoy el Führer también ha podido saborear algunos tragos dulces. En primer lugar, ha recibido el siguiente telegrama por parte del Duce:
Las palabras de su gran discurso en el Reichstag han calado muy hondo en el corazón del pueblo italiano. Le agradezco y le repito que, venga lo que venga, el pueblo italiano marchará junto al suyo hasta el final, es decir, hasta la victoria.
A lo que el Führer ha respondido de la siguiente manera:
Le agradezco, Duce, su telegrama de amigo. Unidos en nuestra concepción del mundo y aliados por la fuerza de nuestras armas, la Italia Fascista y la Alemania Nacionasocialista lucharán victoriosamente por la libertad de sus pueblos.
General Eduard Dietl, primer Caballero de la Cruz de Hierro con Hojas de Roble.
La última nota alegre del día la ha protagonizado el Führer al recibir hoy en la Cancillería del Reich al General Eduard Dietl, comandante de las heroicas fuerzas de Narvik que durante largas semanas resistieron aisladas el empuje de contingentes enemigos muy superiores, y le ha condecorado con la Cruz de Caballero con Hojas de Roble, la primera condecoración de ese rango que se concede en la guerra.
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