viernes, 24 de agosto de 2012

Rommel consolida su leyenda


 06/02/1942.

Unser Rommel - Nuestro Rommel.


Como suele suceder en la guerra, la victoria suele venir acompañada de ocasiones perdidas. Así, tras el gran éxito cosechado en Benghazi el pasado 29 de enero, el Panzeramee Afrika perdió la oportunidad de aplastar al grueso de las unidades británicas que permanecían en Cirenaica. En efecto, el Cuerpo Motorizado Italiano y el Afrika Korps Alemán se mantuvieron retrasados en Agedabia y Mais, lo que concedió a los vapuleados británicos la oportunidad de retirarse a la relativa seguridad de la línea Gazala-Bir Hacheim.


Pero los combates en el desierto no concluyeron con la conquista de Benghazi. Durante estos últimos días, todas las pequeñas localidades costeras a lo largo de la Via Balbia hasta Derna han sucumbido una tras otra al inexorable avance del Panzerarmee Afrika y los ingenieros británicos se han visto obligados a demoler los pasos en Derna apresuradamente.

Panzer y soldados del Afrika Korps avanzan sin que nadie pueda detenerlos.

El vacío dejado por los británicos en retirada lo han llenado a toda velocidad las unidades alemanas de reconocimiento, que se han desplegado en posiciones adelantadas para cubrir la nueva línea de frente. Teniendo en mente la seguridad de su flanco sur, Rommel ha ordenado ocupar el Oasis Gialo. Al XXI Cuerpo Italiano se le ha encomendado tapar el hueco entre Agedabia y Bengazi. A pesar de la ausencia de ninguna línea defensiva natural al oeste de la línea Gazala-Bir Hacheim, Rommel tiene la confianza de que podrá estar a salvo de contraataques enemigos durante un periodo de seis a ocho semanas.


Amigos y enemigos cantan loas a Rommel.


Los nuevos éxitos de Rommel le han merecido al intrépido General las alabanzas del propio Mussolini, quien ha criticado a sus generales por no atreverse a dirigir las operaciones desde primera línea de frente tal y como lo hace el General Alemán.
Soberbia fotografía a color de Erwin Rommel con sus galones de Generaloberst.

El Führer, gratamente sorprendido, no dejó tampoco la oportunidad de felicitarle a Rommel con un ascenso. El 30 de enero, un día después de la toma de Benghazi, Rommel se convirtió en el más joven Generaloberst (Coronel General) del Ejército Alemán de todos los tiempos. En Alemania, el prestigio de Rommel como genio militar es indiscutible. La sola mención de su nombre –tal y como sucediera en el discurso del Führer del 30 de enero- es suficiente para suscitar una “tormenta de aplausos” entre los alemanes. “Hoy,” le ha escrito su mujer, “han rendido un homenaje especial a tu nombre durante la retransmisión musical de la tarde – han tocado piezas de canciones y las iniciales de los compositores han conformado un nombre, el nombre de nuestro héroe popular el Generaloberst Rommel…”


Y no sólo los anunciantes alemanes están impresionados. Un comentador de radio estadounidense ha añadido combustible a la leyenda de Rommel al decir: “Rommel, el niño caprichoso entre los generales, ha vuelto a sacar un conejo de la chistera.”

Erwin Rommel (izquierda) acompañado por sus oficiales.

En Gran Bretaña, Churchill ha tenido que batallar ante los miembros de la Casa de los Comunes, horrorizados y terriblemente enfadados. Se les había dicho que el ejército de Rommel había sido prácticamente destruido y Churchill se había ufanado de que el Octavo Ejército pronto conquistaría Trípoli. Y sin embargo, ha sido el ejército de Rommel el que ha avanzado casi 500 kilómetros y son las tropas británicas las que marchan hacia los campos de prisioneros de guerra.


Dado que confesar la cruda verdad era una opción nada apetecible para Churchill, el viejo y borracho Primer Ministro decidió decantarse por la vaguedad anclada en el mito.“No pudo deciros cuál es la situación actual en el frente occidental de Cirenaica,”contestó Churchill a su audiencia. “Tenemos ante nosotros a un oponente muy audaz y hábil y, si se me permite decirlo, a un gran general…” En verdad que no ha sido una declaración demasiado astuta por parte de Churchill. Rommel ya es un héroe ante los ojos de muchos soldados británicos, tanto oficiales como soldados. ¡Y para colmo, ahora, el Primer Ministro Británico le manda besos al hombre responsable de la humillación del Octavo Ejército y de Auchinleck!

El causante de muchos de los desvelos de Churchill.

Llegado este punto, muchos en el seno del Octavo Ejército Británico se han habituado a decir “Rommel” cuando quieren decir “el enemigo”. En un vano intento de acallar la aureola de admiración hacia Rommel que ha cundido en su propio ejército, Auchinleck ha emitido una circular en la que ha advertido de que si la veneración por Rommel no se corrige, pronto le atribuirán poderes sobrenaturales. “Por lo tanto les suplico,” escribe Auchinleck, “que descarten tajantemente la idea de que Rommel no es otra cosa que un general alemán común, y de hecho un general bastante desagradable, como sabemos de la boca de sus propios oficiales.” La circular del Comandante en Jefe de Oriente Medio concluye con las siguientes palabras: “No siento celos de Rommel. Firmado: Auchinleck.”


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