lunes, 11 de junio de 2012

Los campos de los "buenos"



El no respeto del derecho internacional en las cuestiones de guerra es considerado como Crimen de Guerra.


Los Campos de Concentración norteamericanos



Alrededor de dos meses y medio después del bombardeo de Pearl Harbor comenzó el capítulo más vergonzoso de la política interior de los Estados Unidos durante la SGM. Flanqueado por la bandera de los EEUU y el estandarte con el escudo presidencial, bajo los focos de los fotógrafos, Franklin D. Roosevelt firmó el 19 de Febrero de 1942 en la Casa Blanca la Executive Order N° 9066. En virtud de la misma se autorizaba al ministro de defensa y a los jefes militares de las distintas regiones a declarar zona militar una parte del territorio y prohibir a determinado grupo de personas su permanencia en él. Todos los americanos sabían que dicha zona constituía la costa del Pacífico, el distrito federal de Washington, Oregón y California; y que el "grupo de personas" no era otro que el formado por los 150.000 japoneses que, en su mayor parte desde hacía generaciones, habitaban la costa occidental. El odio popular de los "nativos" contra los japoneses, atizado de modo sistemático, no tardó en dar sus frutos. Inmediatamente se pereparó un programa de internamiento contra los "Japsen". En total unos 110.000 estuvieron encerrados durante años detrás de las alambradas eléctricas, bajo los puestos de las torres de vigilancia y teniendo a la vista los carros de las milicias.

"Japs son Japs", se decía cínicamente por aquel entonces; y nadie parecía tener verdadero interés en averiguar a quienes se tildaba con ello de "malos americanos".

Los "nisei" integraban el contingente más numeroso; se trataba de japoneses americanos de la segunda generación, es decir de nacidos en los EEUU y, por lo tanto, de ciudadanos con todos los derechos; amigos de los hot dogs, del rugby y del Jazz y que hablaban con el más puro acento de la costa.

Junto a ellos estaba el grupo de los "Kibei", igualmente ciudadanos con todos los derechos pero que al menos habían seguido una parte de estudios en Japón y luego habían vuelto a los EEUU. Debido a su perfecto dominio de los dos idiomas fueron los llamados más tarde a formar el equipo encargado de entenderse con las autoridades americanas y con los jefes del campo; al mismo tiempo eran los más sospechosos de deslealtad a los EEUU, debido a que la mayor parte de ellos trabajaban en empresas comerciales americano-japonesas.
El tercer grupo lo integraban los "Issei", en gran parte gente mayor, inmigrantes, ciudadanos norteamericanos de la primera generación, que tenían ya sobre sus espaldas la experiencia del racismo de los USA. Desde el principio habían aprendido a no llamar la atención, a representar el tipo de "pionero" tan apreciado por los norteamericanos. Exteriormente se habían adaptado, al parecer, a las costumbres de su nuevo país, pero seguían guardando muy dentro un trozo del Japón.


Por costumbre se les empezó a considerar como una especie de miembros en potencia de la quinta columna enemiga. Pero a penas la guerra empezó a dejar sentir su peso (sobre todo en Europa) los propios militares reclutaron en los campos de concentración a los ciudadanos americanos de ascendencia japonesa para formar con ellos verdaderas unidades selectas. Muchos murieron por una patria que no los quería; por unos objetivos y unos ideales que no se habían respetado en ellos. Valga como ejemplo la historia del sargento Masuda: el 8 de Diciembre de 1944, a las once de la mañana hora local, en la ciudad de Talbert (California) el sargento Kazuo Masuda recibía el título póstumo, la cruz de servicios distinguidos, la segunda en importancia de las condecoraciones de guerra que conceden los EEUU. Presidió la ceremonia uno de los héroes populares de Norteamérica, el general Joseph Stilwell ("Vinagre Joe").
El general dio lectura a la hoja de méritos:

Bajo el fuego enemigo, el sargento Masuda avanzó 20 metros monte arriba arrastrando consigo un mortero, munición y un casco sobre el que montó la pieza, sujetándola a lo largo con una de sus piernas. Masuda estuvo disparando durante doce horas. Dos veces regresó bajo el fuego alemán hasta la líneas aliadas para abastecerse de munición y por dos veces rechazó el ataque enemigo. Por último se sacrificó el mismo para facilitar a sus hombres el repliegue a través de un terreno minado por el enemigo. El general Stilwell terminó diciendo: "Con ello se ha ganado el respeto y la admiración de todos los verdaderos americanos."

Inmediatamente después , el general prendió la medalla en la blusa de la hermana del héroe, Mary Masuda, de 34 años de edad. Esta la retiró en silencio y se la entregó a su madre.

Más tarde se enteró el general de que las autoridades locales habían tenido que ir a buscar a la familia de Masuda al campo de concentración de Gila River, Arizona, para que pudieran asistir a la ceremonia. El general John L. Sewitt, responsable entre 1941 y 1944 de la seguridad de las costas del Pacífico era tan apreciado como Stilwell. Después del ataque a PH y tras la serie inicial de éxitos japoneses en el escenario de la guerra del pacífico, se encargó de encender los ánimos de los americanos de la costa occidental contra los nipones, azuzando su histeria racista en todos sus discursos y manifestaciones públicas: "ALgunas gentes un tanto sentimentales empiezan a ser de la opinión de que deberíamos volver a traer a los japoneses a la costa. Estoy dispuesto a oponerme con todas mis fuerzas, incluidas las de mi cargo actual... Un japs es siempre un Japs, míresele por donde se le mire; esto no lo puede cambiar nadie. Y mucho menos entregándole un trozo de papel por el que se le atribuye la nacionalidad americana..."
Cuando el Ministerio de Defensa consideró que no podía seguir sosteniendo por más tiempo al general Dewitt y lo destituyó del cargo, entraron en creciente actividad todos los grupos racistas. A Dewitt no le pasó nada. Tenía en Washington un buen padrino que le guardaba las espaldas: el subsecretario del Ministerio de Defensa precisamente, John J. McCloy, más tarde Alto Comisario de los EEUU en Alemania. prisioneros japoneses en un campo norteamericano.


Violación del derecho internacional, prisioneros alemanes
En 1943 se pusieron los aliados de acuerdo con tratar a los prisioneros de guerra alemanes no como prisioneros de guerra, sino como prisioneros comunes violando ya con ello el derecho fundamental.

En este sentido, el jefe del estado mayor de las tropas norteamericanas Dwight David Eisenhower, el 10 de marzo de 1945 toma la responsabilidad de Washington de no liberar los prisioneros alemanes en suelo aleman al cese de las hostilidades, sino de mantenerlos como prisioneros en calidad de “Disarmed Enemy Forces” (DEF). A partir de ahí, los prisioneros alemanes quedan privados del derecho internacional quedando su seguridad transferida a la arbitrariedad de los vencedores.

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