jueves, 10 de enero de 2013

El Führer se entera de la fuga de Rudolf Hess

El Führer todavía se encontraba en la cama cuando el adjunto de Rudolf Hess, Karlheinz Pintsch, ha llegado al Berghof a las 9:30 de la mañana de hoy, 11 de mayo de 1941. El mayordomo Linge ha tocado a su puerta y le ha informado al Führer de que hay una carta de Rudolf Hess para él. El Führer se ha vestido rápidamente. ¿Una carta de Hess? Eso no pueden ser sino malas noticias. Hace tiempo que les ha informado a sus viejos camaradas del Partido que no se dirijan a él de forma escrita, cosa que Hess sabe muy bien. Por lo tanto, algo desagradable debe ocultarse detrás de esa carta.

Rudolf Hess estrecha la mano del Führer, una imagen que no se volverá a repetir.

Cinco minutos más tarde, el Führer ha salido de sus aposentos vestido con su uniforme completo al gran salón de su residencia del Obersalzberg. En seguida ha abierto la carta y la ha leído, perplejo. En ella, Rudolf Hess le ha informado de su fuga en avión a Inglaterra y de su intención de intentar sellar la paz con el Reino Unido y establecer una alianza con ellos contra la Unión Soviética, de acuerdo con los pensamientos del Führer de 1919. Entonces, le ha preguntado a Pintsch: “¿Conoce usted el contenido de esta carta?” Pintsch, un tanto ingenuo, ha respondido que sí, y el Führer acto seguido ha llamado a un detective de la oficina criminal y le ha hecho arrestar.

El Führer y Hess se saludan tras abandonar ambos la prisión de Landsberg en 1924.

Al cabo de pocos minutos, el Berghof ha comenzado a borbotear de vida y actividad, a pesar de ser domingo. A lo largo de todo el día se ha sucedido una conferencia tras otra.Hermann Göring, el General Ernst Udet, Martin Bormann y Joachim von Ribbentrop han sido convocados. Entre bambalinas, alguno le ha oído exclamar al Führer: “¡Espero que se estrelle en el mar!”

El Führer y su Lugarteniente.

Nada desea más el Führer que todo el asunto permanezca en silencio. Si la opinión pública llegara a saber que un Ministro del Reich, el Lugarteniente del Führer y su posible sucesor, ha escapado, nada le salvará al Tercer Reich del escándalo. La posibilidad de que Hess se haya estrellado antes de alcanzar su destino es la única esperanza del Führer, que no puede hacer otra cosa que esperar. Y esta esperanza crece a medida que transcurren las horas y las retransmisiones de Londres no hablan de ningún aterrizaje…

Rudolf Hess en la Torre de Londres - 17/05/1941.
Rudolf Hess ha sido trasladado hoy a la Torre de Londres, donde se ha convertido en el último de una serie de ilustres prisioneros que los británicos han encerrado en la vieja fortaleza de 900 años de antigüedad. Hess ha sido transportado en tren desde Escocia después de su “vuelo de paz” desde Alemania y alojado en una habitación cerca de la Torre Blanca. Hess pasa la mayor parte del tiempo observando a sus guardianes. Permanecerá en el interior de la Torre de Londres hasta que una casa de campo de Hampshire haya sido fortificada y acondicionada para su reclusión.

Rudolf Hess mira a través de los barrotes de su celda. Fotografía obtenida durante su reclusión en Landsberg en 1924.

Hess ha sido sometido a examen por parte de psiquiatras del Ejército Británico quienes han afirmado creer que se encuentra cuerdo, pero lo cierto es que su condición parece deteriorarse por momentos. Afirma que alguien está intentando envenenarle, viste su uniforme de la Luftwaffe e insiste en que debería dársele trato de diplomático.

Receta médica prescrita para proporcionarle a Rudolf Hess pastillas para dormir durante su estancia de cuatro días en la Torre de Londres.

En verdad, el vuelo de Hess a Escocia ha dejado completamente perplejos a británicos y alemanes por igual. Dentro de lo que cabe, el Führer se siente satisfecho porque, al fin y al cabo, su Lugarteniente no haya revelado ningún secreto comprometido y se esté mostrando como un auténtico demente, así como porque los británicos no se hayan regodeado en exceso de la situación.


Ein Volk, ein Reich, ein Führer!

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